No tengo "un millón de amigos" tampoco los pretendo, tengo los que tengo, algunas duran desde mi infancia, otros se ha ido incorporando según caminaba el sendero de mi vida, otros abandonaron para coger por su senda y otros, si Dios así lo quiere, están por llegar...
Hoy en mi tribuna de todos los lunes de Información San Fernando quiero poner en valor la verdadera Amistad y dar las gracias a mis amigos por serlo sin más...
Jesús Rodríguez Arias
UN
MILLÓN DE AMIGOS
Ni los tengo ni los pretendo
porque en verdad siempre se ha dicho que amigos pocos y buenos. No espero tener
un millón de amigos, solo aspiro a que Dios me siga bendiciendo con los que
tengo, con los que en un momento determinado se unan al sendero de la vida, y
con los que compartir buenos y también malos momentos porque la verdadera
amistad se demuestra más en los padeceres,
los sufrimientos, que es cuando ves la realidad de las cosas, y
disfrutar de las bonanzas con esos que siempre te acompañan.
Tengo los amigos que tengo,
algunos son verdaderos hermanos del alma, otros grandísimos amigos. Los hay que
permanecen desde mi infancia mientras otros se han ido incorporando según
caminaba por las veredas que he ido transitando. Otros en un momento determinado
se han apartado y si te he visto no me
acuerdo. De esos guardo también gratos recuerdos, las vivencias que hemos
compartido, el aprendizaje que me han ofrecido.
La Amistad surge cuando Dios
quiere y en ella no hay contrato escrito, no hay notario de por medio, pero el
que lo es de verdad consolida un particular código de honor en el cual la
lealtad se convierte en una condición inquebrantable. El amigo de verdad no
jarchea de sus amigos sino que los defiende con razón o sin ella. El amigo de
verdad no critica a los que dicen son sus amigos, no los ofenden, no dudan de
su honor, no se cachondean de ellos, no los desprecian ni en público ni en
privado, ni en la intimidad del propio hogar ni el gran circo romano que hemos
convertido las redes sociales. No olvidemos que los “amigos” jarcheadores se
pueden considerar de todo menos amigos…
Por eso cuando escucho esa
canción siempre animosa de Roberto Carlos en la cual nos indica que quiere
tener “un millón de amigos” reconozco la inviabilidad de ese deseo porque pienso nadie los tiene,
porque pienso nadie puede tenerlos si es mínimamente coherente con sus
principios, con su forma de creer o pensar. La coherencia en esta vida, no lo
olvidemos, resta amigos y se gana en soledad. Ser coherente y ser valiente van unidos
de la mano porque para ejercer tanto en público como en privado la primera
condición tienes que estar dotado de grandes dosis de valentía pues la
coherencia en un mundo tan incoherente, en un mundo tan viciado, en un mundo
tan cobarde, se paga a precio alto pues pones en juego tu propio honor, tu
propio prestigio, para que los que están acostumbrados a tirar la piedra y
esconder la mano te arrastren con sus cuadrigas por el árido terreno del propio
deshonor y desprestigio.
Sí, la coherencia en la vida
te hace encontrarte de golpe y porrazo con la realidad de la misma, con la
soledad que no es pretendida, ni buscada, pero al final compruebas que es la
más fiel compañera aunque también te encuentras con los que en verdad te
quieren y además te lo demuestran tanto en privado como en público poniéndose
de esta manera al alcance de los “amigos” del César que quieren quitarte del
medio como sea.
No, no tengo un millón de
amigos pero os debo decir que tengo los mejores, porque son buenas personas,
son coherentes con sus principios que llevan hasta el final de sus vidas, son
valientes porque dan la cara por lo que creen y por quienes creen, son los que
son y no hace falta que a estas alturas ponga nombres y apellidos, son los que
me acompañan en el camino de la vida, los que me enriquecen con sus enseñanzas,
los que lloramos y reímos juntos, los que unidos a esa fiel lealtad hace, al
igual que aquellos mosqueteros de Alejandro Dumas, que estemos uno para todos y
todos para uno. En esa frase de condensa lo que es la verdadera amistad que no
es cosa de un millón, de un centenar, de una decena o unidad sino los que Jesús
nos quiera regalar porque Él, nunca lo olvidemos, es el mejor de los Amigos,
ese que nunca falla.
Aprovecho esta Semana de
Pasión para poner en valor la verdadera Amistad y dar las gracias a mis amigos
simplemente por serlo.
Jesús Rodríguez Arias
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