Cada vez que se acerca el día de la Virgen del Carmen mi corazón se acelera y late de otra manera...
Cada vez que se acerca el día de la Virgen del Carmen mi corazón se llena de recuerdos...
Recuerdos de mi niñez y primera juventud en torno a un barrio humilde y marinero, recuerdos en torno a la Iglesia Conventual que cobija a la Patrona, recuerdos de mi madre María del Carmen, recuerdos que solo pensarlos me llenan de emociones...
Hoy mi semanal tribuna es muy personal, ciertamente íntima, hoy os abro mi corazón...
Jesús Rodríguez Arias
Es Gema muy de la Virgen del
Carmen como también lo es Joaquín y su mujer María del Carmen. Y es que la
Patrona de nuestra Isla simplemente apasiona atrapando tu corazón por los
siglos de los siglos.
Es Leo, mi querido amigo y
hermano, muy de la Virgen del Carmen como lo fue su padre Leonardo, que hace
años está junto a Ella, como lo es su madre Pepi.
Es Cheri muy del Carmen como
su mujer Chari así como Agustín, Mamen, Vicente, Lucía… La llevan impregnada en
el corazón y la sirven cada día de sus días…
Es Ismael un enamorado de la
Virgen del Carmen, donde radica su Fe y Devoción más pura y sincera, donde
pierde la mirada en la lejanía del Campo de Gibraltar donde trabaja y donde
está radicada su querida Familia…
Es Pepín un enamorado de la
Virgen del Carmen como lo es Quique, su familia…
Pienso que La Isla en vez de
León o San Fernando tendría que llamarse del Carmen porque toda ella venera a
esa morena Virgen de negros tirabuzones que se encuentra en la Iglesia Conventual
que lleva su nombre.
Es Vicente, Miguelo, Juan
José, Salvador, Antonio, Pepe, y así
podríamos seguir nombrando a miles
isleños que cobijan en su alma su amor a la Reina y Madre del Monte Carmelo que
es Patrona y Alcaldesa Perpetua de esta Isla de esteros y sal así como Patrona
de la Armada Española que es la que fundamenta los orígenes de esta Ciudad.
Es la Virgen del Carmen la que
ha llevado a las puertas del mismo cielo a cientos de miles de buenos cañaíllas
que cogiditos a su mano y su escapulario al cuello se han presentado ante Dios
con tan inmejorable salvoconducto.
Y es la Virgen del Carmen la
devoción de devociones de San Fernando, es la Madre que siempre tuvo en sus
ojos y en sus besos mi abuelo Félix, mi madre María del Carmen, a quién siempre
que podía se escapaba para rezarle mi bendita Tata, a quién siempre tuvo
consigo mi tía Magdalena, a quién quería con la propia vida mi querido hermano
en la eternidad Ignacio Bustamante o José Ramón Cué…
Si, es la Virgen del Carmen la
Patrona de La Isla y de los que somos isleños y cañaíllas desde los más
profundos orígenes. Es la Madre de los enfermos, de los que están perdidos y
rehúsan ser hallados, de los que ya sienten que la muerte se acerca y la esperan
con ese desasosiego innato de dejar aquí a los suyos pero a la vez con el deseo
de encontrarse cara a cara con el mismo Dios.
Mi Fe se hizo mayor con la
Virgen del Carmen y eso no se puede olvidar porque Ella está entroncada a mi
vida como mi ayer, mi hoy, mi siempre…
Y aunque ahora este niño del
Carmen, de las Callejuelas benditas, ya no viva cerquita suya sino que lo que
lo hace en el pueblo más pequeño de toda la Provincia de Cádiz, también el más
alto según el nivel del mar, aunque ya no respire a sapina, a sal, ni las
salinas formen parte de su día a día siempre recordará San Fernando, siempre
rezará a la Virgen del Carmen que en Villaluenga se llama Rosario porque las
dos marineras advocaciones dan nombre a la Madre de Dios, a la Virgen María, quién
dio vida al Redentor para salvar las nuestras.
Y lo que son las cosas de
Dios, los regalos que nos ofrece a la vuelta de la esquina, que siendo de La
Isla, carmelitano y callejolero, a unos pocos kilómetros de mi lugar de
residencia se venera con inmensa devoción a la Virgen del Carmen que no navega
en los mares de la gloria sino que reina en Sierra donde el cielo se une a la
montaña y la gente es buena, donde la Iglesia de San José con su Novena se
llena y cuando sale a la calle este bonito Pueblo se paraliza porque está en la
calle la Reina y Madre del Carmen y de todo Grazalema.
Y es que esté donde esté la
Virgencita siempre por mí vela y a horas de tu día solo decirte: ¡Felicidades
María! ¡Felicidades Carmela!
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