Termino este mes de septiembre escribiendo de lo que me gusta, de lo que me hace recordar, de las personas que me han enseñado y lo siguen haciendo a diario esa clase de valores que son más que necesarios en nuestra sociedad y en el día a día.
En este artículo abro las entrañas de mi alma en forma de recuerdos y con él quiero hacer una particular dedicatoria porque cada día es una victoria y Victoria tiene nombre de mujer...
Jesús Rodríguez Arias
VICTORIA
Victoria,
que bien podría llamarse Carmen, Josefita, Charo, Conchita o Hetepheres, es de
esas mujeres que sabe lo que es vencer las dificultades y echar el paso
adelante dejando huella sin proponérselo.
Soy de
los que piensa que la mujer es el sexo fuerte y lo dice un hombre que fue niño
y que por los avatares de la vida se crió entre mujeres.
Siento
en el corazón no acordarme de mi padre Juan José, murió cuando yo era demasiado
pequeño, y ese pesar me acompañará toda la vida porque la idea que tengo de él
es la que me han transmitido terceras personas. Gracias a Dios todas confluyen en
lo mismo: Era un hombre bueno y de honor. ¿Se puede tener mejor y mayor modelo
de vida?
Nací,
crecí, viví, en un hogar sobrio donde las “grandezas”, materialmente hablando,
se perdieron cuando murió mi padre. Nací, crecí, me hice hombre, en una casa
donde menos el cariño no sobró casi de nada. Mi madre María del Carmen hacía
milagros para llegar a fin de mes, mi madre era de ese tipo de madres que a la
hora del almuerzo lo hacía en la mesa y por la noche lo “hacía” en la cocina
pues según ella había estado “pincando”. Mi madre, que cada día que pasaba era
una victoria, tenía muchas cualidades pero en la cocina no era una virtuosa aunque
ahí estaba Tata, que fue mi segunda madre, para con poco dinero hacer cosas muy
ricas como esas croquetas de cremoso bechamel con algún que otro tropezón o
esos bizcochos que horneaban las tardes de sábado en invierno…
He
crecido y vivido entre mujeres y eso me ha hecho ser un verdadero admirador de
estas en el sentido más amplio y entregado del término. Mi madre, que luchó en
esta vida hasta el día de su muerte, no creyó en lo que hoy llaman ideologías
de género, no buscó esa igualdad que ahora nos venden pues bien sabía que
genéticamente éramos diferentes, criticó las desigualdades en el mundo laboral
pero no en otros pues ella bien sabía que sin la mujer este mundo que Dios nos
ha creado no existiría.
Me
casé con Hetepheres, una mujer excepcional como lo fue su madre Conchita y lo
es su tía Charo. Puedo decir a estas alturas de la vida que tengo ocho o diez
amigos de verdad, hermanos del alma, aunque en su cuantía la mayor parte son
amigas.
Sí, he
comprobado en carne propia que las mujeres son férreas luchadoras, que no se
amilanan por nada, que una gripe la pasan de pie y ganan victorias cada día de
sus días a base de Fe y Esperanza.
Por
eso cuando me encontré, en un momento delicado en torno a mí salud, con este
lugar tan único y especial como es Villaluenga del Rosario comprobé la enorme
valía de sus vecinos. De esos aguerridos hombres que trabajan de sol a sol y de
esas mujeres que defienden el fuerte trabajando ya sea en el campo, en sus
casas o donde sea. Hombres y mujeres que ganan victorias a base de trabajo y
esfuerzos.
Pero Victoria
tiene nombre de mujer…
Y
Victoria para mí, que soy hijo, yerno y marido de grandes mujeres, es una
persona a tener en cuenta pues hace grande la pequeñez. Ha sabido salir
adelante contra vientos y mareas dando siempre, desde niña, un ejemplo diario
de superación inquebrantable.
Victoria
es ese tipo de mujer entregada a su marido Diego, hijos, padre, familia así
como al Pueblo desde que se levanta hasta que se acuesta. Es una mujer muy
sensible pero también férrea que sabe lo que es nadar contracorriente y dar
hasta el último hálito de vida cada día.
Tengo
el inmenso privilegio de contar con su amistad y cuando hablo con ella veo la
fortaleza de mi Madre, Tata, Conchita, la tía Charo y por supuesto a
Hetepheres.
Este
viernes 2 de octubre es su cumpleaños, el mismo día que se celebran los Santos
Ángeles Custodios, Patrón de los Policías, como lo fue mi padre y como lo es su
hermano Antonio. Podría regalarle algo material pero he preferido dedicarle
algo tan único como este texto salido de la inspiración, de los recuerdos…
Jesús
Rodríguez Arias