Cada Lunes Santo mi corazón se desboca esté cerca o no de La Isla...
Lunes Santo con muchos recuerdos y este año también llenito de añoranzas...
Jesús Rodríguez Arias
AÑORANZA
Es el Lunes Santo un día de
tantas añoranzas…
Añoranza de estar tan lejos de
la cristeña plaza de Santa Teresa de Calcuta, de la Iglesia del Santo Cristo
que allí se erige, del trasiego de hermanos, devotos, cofrades, que se acercan
a admirar el imponente paso de misterio salido de la gubia de Antonio Martín y
donde están entronizados mis queridos Titulares de Jesús de los Afligidos y
María Santísima de la Amargura al que acompañan San Juan Evangelista y las tres
mujeres.
Añoranza de una Misa de
Hermandad tan de Hermandad donde se pueden ver a generaciones de cofrades de
Los Estudiantes todos enchaquetados en oscuros trajes con corbatas en las que
predomina el rojo o el negro. Hermanos
que sin diferenciar la edad miran a los ojos de Jesús, que siempre se apoya en
Su Madre, mientras las lágrimas resbalan por sus rostros. Lágrimas de tristeza por el ser querido que ya
no está, de gratitud, ilusión, de plegarias hechas Esperanza…
Añoranza de esa clase de
algarabía cuando finaliza la Eucaristía, mientras muchos depositan flores a los
pies de los faldones del paso de misterio, entre ellos la oficialidad que hace
su protocolaria visita, y afuera se escucha el ruido metálico de las vallas que
a esa hora trae Juan Romero o Paco conocido como “El Paquetera” que
ha sustituido su hijo Ricardo.
Añoranza de una vez que se han
marchado todos había que organizar el cortejo poniendo en su sitio cada
insignia o atributo y despejando de bancos el “itinerario” interno para poner
en carrera tan soberano trono. Añoranza de almorzar rápido ese arroz en blanco
e ingerir poco líquido.
Añoranza del ritual de vestir
la túnica, añoranza de mi madre María del Carmen que ayudaba a la siempre
dispuesta Tata que era única también en estos menesteres. Añoranza de coger por
el camino más corto hacia la Iglesia.
Añoranza de ese caramelo
“Pictolín” que todos los años me daba Vicente Franco y que guardaba en el
bolsillo de mi blanca túnica…
Añoranza de ver a mi querida
Aurora Ortega Castro que junto a Paco Ruiz Brenes y Manolo Muñoz Jordán
aguardaban en su sitio tras las andas.
Añoranza de sentir en el
corazón esa clase de emoción indescriptible cuando se abren las puertas del
templo y comienzan a salir los penitentes también llamados nazarenos y
escuchar, más lejos o cerca según vayas, el himno nacional y deleitarte con
Amarguras.
Hace demasiado tiempo que no
gozo en primera persona de estas vivencias tan cofrades. La enfermedad y la
distancia tienen mucha culpa de que no esté aunque os confesaré que será porque
este 2021 es tan distinto que este tipo de añoranzas se me han venido a la
mente en día tan grande para un cofrade del Lunes Santo, un hermano de
Afligidos…
Y añoranza de mis Hermandades
y Cofradías que este año tampoco saldrán a las calles como las isleñas de
Caridad, Prendimiento, Medinaceli y Expiración. Añoranza de todas las cofradías
de San Fernando aunque quiero resaltar algunas en las que no soy hermano pero
siento tan mías como Humildad y Paciencia, Vera+Cruz o Nazareno.
Añoranza de mis queridas
Hermandades de otros lares como son la Esperanza Macarena de Sevilla, la
Cofradía de la Sagrada Pasión de Cristo de Valladolid, Vera+Cruz de Cádiz,
Padre Jesús de Villaluenga del Rosario así como la Redención Salesiana de Jerez
de la Frontera.
La añoranza cofrade me invade
en este Lunes Santo donde me acuerdo especialmente de una persona que amaba este
apostolado, al que tuve muy cerca casi 30 años, que lo fue todo en nuestra
Hermandad de Afligidos y que a veces no podía ser correspondido a tanta pasión
como entregaba sin pedir nada a cambio. Os estoy hablando de Pepe Macías.
Hoy también quiero recordar al
hermano y cofrade Pepe Moreno Fraile que me demuestra a diario el valor salvífico
de llevar con paciencia la cruz. Pepe que recibió el pasado miércoles el XI
Galardón de “La Venera” y que debo reconocer me emocionaron sus palabras.
Este Lunes Santo lo volveré a
vivir, como tantos otros, en Villaluenga del Rosario y en La Atalaya. Este año
volveré a sentir esa clase de añoranza que inunda en lágrimas mi corazón a base
de tantos recuerdos…
Jesús Rodríguez Arias