Todos queremos contemplar procesiones por nuestras calles, todos los que sentimos el apostolado cofrade necesitamos ya vivir nuestra pasión.
Las situación es la que es y todavía estamos inmersos en el proceso de vacunación contra el Covid por lo que, aunque nos cueste, manda la prudencia.
Es verdad todos anhelamos recobrar esa normalidad y volver a procesionar con nuestros Sagrados Titulares.
¿Pero a costa de qué? ¿De criticar a la Madre Iglesia? No, eso es un verdadero disparate si nos consideramos cristianos-cofrades de verdad.
Hoy mi artículo se titula "Procesiones" y en él hago un análisis así como un llamamiento a la cordura...
Hoy en mi semanal tribuna de todos los lunes en Andalucía Información - Información San Fernando digo las cosas como las pienso...
Jesús Rodríguez Arias
PROCESIONES
Me reconozco cofrade desde
antes de nacer pues vengo de una familia de luenga herencia cofradiera. Pienso
que este apostolado es uno de los más completos de cuantos existen en la Madre
Iglesia pues se une el culto, tanto interno como externo, formación cristiana, con
una excelsa expresión de la belleza pues en él redunda tanto lo artístico como
también lo cultural.
Las hermandades y cofradías
deben ocuparse y preocuparse de dar culto a sus Titulares tanto internos, muy
importantes, como externos. Comprendo que hay momentos y momentos pues con la
pandemia que todavía está coleando el programar una salida procesional cuando
menos es para pensárselo dos veces ya que no es solo cuidar el cortejo y hacer
que prevalezcan las normas Covid sino del público en las calles que es
imposible de controlar.
De unas olas, que así se llama
el tiempo donde el contagio es más feroz, para acá hay algunas diócesis que han
dado vía libre a las correspondientes hermandades para hacer actos públicos de
fe siempre garantizando las normas sociosanitarias, mantener las distancias de
seguridad, y todo lo que conlleva que lo que se vaya a hacer no se convierta en
foco de infección.
Hemos pasado una quinta ola
donde ha habido muchos contagios y fallecimientos y ahora parece que al
disminuir estos, gracias sobre todo al ritmo de vacunaciones que ha imprimido
la Junta de Andalucía presidida por Juanma Moreno que está gestionando la
pandemia y la institución que dirige de forma sobresaliente, se van alzando
algunas voces que piden desde ya a determinados obispos así como a las
administraciones que mantienen la prohibición que deroguen la misma.
Ayer domingo estaban
convocadas concentraciones en todo el país por parte de la “Plataforma de
ciudadanos cristianos y cofrades libres por la vuelta al culto externo en
nuestras calles”, el nombrecito se las trae, y donde se invitó a todo aquél que
quiera a lucir sus mejores galas, encender un cirio y dirigirse a la plaza
mayor de cada localidad. Hasta aquí perfecto.
Aunque también he leído
manifestaciones y artículos que abogan por la derogación del decreto del
obispado de Cádiz y Ceuta donde se prohíbe toda manifestación de fe en el
espacio público que entran dentro de lo grotesco y me explico.
Un católico con un testimonio
de vida veraz que siente a la Iglesia como Madre no puede en buena lid criticar
a su obispo, a miembros de la curia o a laicos que prestan sus servicios desde
la gratuidad y el altruismo a la misma para intentar defender sus razonamientos.
Y menos lo puede hacer si el que profiere esa argumentación es un cofrade
significado u ostenta algún cargo orgánico ya sea en juntas de gobiernos o
dentro de cualquier consejo o unión de hermandades. En las últimas semanas se
está haciendo y a mí me parece un total disparate. Disparate para el que lo
escribe o dice y disparate también para quién lo consiente y ahí entra de lleno
la autoridad de los respectivos arciprestes a lo largo y ancho de la diócesis.
Soy cristiano-cofrade y por lo
tanto disfruto como un niño chico con una procesión porque en este acto de
piedad popular redunda la fe por medio de lo cultual, lo artístico y cultural.
Me embeleso con las marchas procesionales, con los cuidados cortejos, con la
penitencia anhelante de plegarias, con los ojos de niños y mayores que se
pierden cuando encuentran la mirada de Jesús y María o del santo en cuestión.
Reconozco que me encantaría verlas más pronto que tarde por las calles porque
eso significará que la pandemia está controlada, que los contagios no se
suceden por doquier, que no haya tantos muertos a diario y tantas familias
destrozadas. Pienso que estas manifestaciones de fe serán muy diferentes a las
de 2019 ya que nuestra pandémica sociedad ha cambiado y mucho.
Pero este anhelo mío no es
óbice para disparar metralla contra nuestro obispo, contra el delegado
episcopal o el director del secretariado diocesano de Hermandades y Cofradías.
¡Así no se consigue absolutamente nada!
Hoy por medio de esta mi
tribuna muestro mi incondicional apoyo a Monseñor D. Rafael Zornoza Boy, al
Padre D. Juan Enrique Sánchez y a mi querido y buen hermano D. Alfonso Caravaca
de Coca.
Jesús Rodríguez Arias
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