Qué bien se está cuando se está bien...
¿Estamos bien? ¿Dónde radica el secreto de nuestra felicidad?
En este intimista artículo quiero reflejar lo que pienso de un tema que nos afecta a todo el mundo: El bienestar.
Jesús Rodríguez Arias
QUÉ
BIEN SE ESTÁ
Qué bien se está cuando se
está bien, aunque en la sociedad que vivimos el alcanzar esta meta resulta
complicado. ¿Qué es lo que necesitamos para estar bien? Cada uno, desde su
fuero interno, es el que debe responderse con total honestidad.
Se dice estar bien cuando se
tienen las necesidades cubiertas, se es querido, se consiguen las metas propuestas,
se tiene salud y nuestro mundo, que es ese pequeño espacio donde nos movemos a
diario, roza la perfección. Pero mi pregunta es: ¿Qué pasa cuando algo de lo
antedicho cae o no se tiene?
Por experiencia de vida os
confesaré que es casi imposible vivir en esa clase de perfección que cumpla los
cánones preestablecidos por nuestros propios criterios.
¿Se puede vivir sin tener
todas nuestras necesidades cubiertas? Pues claro, solo hay que dilucidar qué
necesidades son verdaderamente imprescindibles para vivir. Las necesidades
básicas deberían ser innegociables pero las demás…
Se puede vivir perfectamente
sin ser querido por todos, además es inmensamente necesario, así como se puede
estar bien sin conseguir algunas de las metas que nos habíamos propuesto porque
la vida cambia y nosotros con ella y los objetivos de ayer no tienen por qué ser
los de hoy. ¿Se puede ser feliz aun cuando te falta la salud? Pues la verdad es
que sí, aunque el secreto está en asumir tu enfermedad, que no es cosa baladí,
porque nadie está preparado para sufrir, padecer y mucho menos morir. En esta
cuestión es vital la Fe porque se enfoca el dolor desde el ofrecimiento a Dios
de nuestro sufrimiento sabiendo que este camino, que no es fácil de transitar,
nos lleva a la santificación. Cuando se carece de la misma y el sentido
transcendental de la enfermedad y la muerte desaparece hay que tener muy buenas
entendederas para llevar con dignidad los padecimientos asumiendo la finitud
del ser como una realidad.
Estar bien es en definitiva
sentirse feliz y todos sin excepción tenemos nuestros momentos de estar y
sentirnos felices. Todos sin excepción hemos sufridos altibajos que nos han
hecho infelices y nos pasa simplemente porque somos personas, seres humanos,
que tenemos corazón y que muchas veces nos duele, de forma metafórica, porque
nos hace daño el sufrimiento propio y ajeno.
Sentirse bien y ser feliz aun
viviendo momentos de dolor y enfermedad es posible aunque para ello tengamos
que hacer un necesario ejercicio de introspección que nos lleve a una
desgarradora transformación personal que es el paso previo para dejar en el
filtro aquellas necesidades que en verdad no lo son, la egolatría regada con
cierto hedonismo hace que queramos sentirnos prestigiados por todos, los
objetivos y metas que no eran ni lo uno ni lo otro, la salud que no tiene por
qué acompañarnos siempre y que la perfección como tal no existe. En el momento
que asumamos que nuestra realidad no tiene por qué estar adornada con tantos
flecos entonces estaremos en el camino de ser felices y estar bien. Es ser
capaz de entender la vida tal como viene, tal como nos la manda Dios, y
asumirla con la máxima naturalidad.
Desde que cerré la puerta, como
ya expliqué hace cuatro semanas, me encuentro bien y soy feliz, aunque algunas
veces me levante con el pie izquierdo o la salud se resquebraje. No necesito
para vivir más que lo que tengo. Mi felicidad radica en ver amanecer cada día,
pasear luengos caminos por medio de parajes naturales únicos, leer y escribir
en el calor de La Atalaya, conversar y seguir aprendiendo de personas que
tienen los mismos objetivos que yo que no son otros que el perderse de todo y
todos para vivir en paz, orar en la soledad del Sagrario, mimar la verdadera
amistad de los que considero hermanos, degustar cada segundo en Villaluenga
donde vivo así como sentir momentos que quedan reflejados a modo de recuerdos
de La Isla de mi infancia, recorrer el Jerez que tanto me gusta o disfrutar de
la apasionante aventura de vivir con Hetepheres así como con nuestra particular
“familia” conformada por Gatorro Pitufino, Enriqueta y Fernanda que son dos
perritas dulces y zalameras que son capaces de dar sus vidas por las nuestras.
¿Se puede estar bien y ser
feliz? Por supuesto y el secreto está en proponérselo.
Jesús Rodríguez Arias