Mi artículo de hoy lunes lo escribo en modo homenaje a la memoria de Miguel Ángel Blanco, que cumple veinticinco años de su vil asesinato a manos de los asesinos de ETA, así como la de todas las víctimas del terrorismo.
Lo hago como siempre firmando y dando la cara como lo hacía también en la época dura cuando estos criminales asesinaban a diario a tantos inocentes.
Jesús Rodríguez Arias
VEINTICINCO AÑOS SIN MIGUEL ÁNGEL BLANCO
El próximo miércoles se
cumplen veinticinco años del vil asesinato a manos de ETA de Miguel Ángel
Blanco. Un cuarto de siglo desde que unos asesinos sin escrúpulos secuestraran
a este joven concejal del Partido Popular en Ermua.
Miguel Ángel es recordado como
una persona de gran paciencia, cabezón, perseverante, de carácter fuerte,
nervioso, activo, muy responsable, tenaz, muy sociable. Tenía veintinueve años cuando
ETA lo secuestró el 10 de Julio de 1997, cuarenta y ocho horas después apareció
herido de muerte con dos tiros en la cabeza en la localidad guipuzcoana de
Lasarte. Murió en la madrugada del día 13.
Un comunicado anónimo en
llamada a Egin sobre las 17.30 horas del 10 de julio informó que se había
secuestrado a un concejal del Partido Popular en Ermua y que el coste de su
libertad era la vuelta de todos los presos de ETA al País Vasco antes de las 16.00
horas del sábado 12 de julio.
Un chantaje en toda regla al gobierno
de España que por aquél entonces estaba presidido por José María Aznar siendo ministro
del Interior Jaime Mayor Oreja. Un chantaje que no solo amenazaba la vida de un
joven concejal sino a todo el Estado Social y Democrático de Derecho.
Cuarenta y ocho horas donde
España se rebeló ante los criminales de ETA. Cuarenta ocho horas que se
vivieron de forma distinta en cada lugar y que como ejemplo os quiero hablar de
Pamplona y San Fernando.
En Pamplona se estaban
celebrando los sanfermines con todo lo que eso conlleva: Explosión de alegría
de una ciudad viviendo su principal fiesta, los encierros que a tempranas horas
del día corren los mozos, las corridas de toros…
Hetepheres, mi mujer, me
cuenta que en cuestión de horas se pasó del jolgorio a los sentimientos de
profunda y pesarosa tristeza. Lo vivió todo en primera persona ya que estaba
realizando sus estudios universitarios en dicha localidad.
Nada más conocer el cruel
asesinato el pueblo de Pamplona se reunió delante de la Casa Consistorial pidiendo
la suspensión de las Fiestas de San Fermín. El alcalde por aquél entonces de
esta ciudad, Javier Chorraut anunció que se suspenderían las celebraciones del
día siguiente. Muchos jóvenes no quisieron continuar con estas ese año y en
forma de homenaje a Miguel Ángel Blanco ataron sus pañuelicos en la reja del
Ayuntamiento. Este gesto molestó a los radicales que pedían la independencia
vasca y la anexión de Navarra al País Vasco y por tanto esa noche quemaron
todos los pañuelos.
En La Isla el secuestro se
vivió desde la agonía de ver cómo pasaba el tiempo y el saber que este joven
iba a ser ejecutado y la inmensa tristeza que recorrió toda nuestra ciudad que
para más inri estaba en Feria. Pienso que fueron las fiestas más amargas pues
nadie tenía ganas de absolutamente nada. Recuerdo como la caseta del PP fue
clausurada.
Por aquél entonces yo colaboraba
activamente con la Asociación Víctimas del Terrorismo que presidía esa gran
dama llamada Doña Ana María Vidal Abarca. Si duro fue vivir esas cuarenta y
ocho horas a nivel general ni os cuento como se hizo dentro de esta insigne
asociación que tenía como misión atender y dignificar a todas las víctimas del
terrorismo sin excepción.
Creo que pocas fueron las
personas de bien que no miraban con angustia el reloj sufriendo de forma
indescriptible ante el mal final que se divisaba para el joven concejal del
Partido Popular de Ermua. En todas partes los españoles nos habíamos echado a
la calle para protestar con el grito de ¡Basta ya!
Los tiempos cambian, a las personas nos cuesta más. El jueves 7 de julio desde La Atalaya en Villaluenga del Rosario pude percibir la rabia de todo aquél que se considera aberzale pues los graves altercados en torno a la Procesión de San Fermín donde hubo varios heridos entre policías, alcalde y mandatarios municipales, así como el salvaje acoso de los que acompañaban al santo, curia y arzobispo incluidos, fue de la misma intensidad que los que tenemos recuerdos color sangre.
Os prometo que mientras tenga
un hálito de vida defenderé siempre la dignidad de las víctimas del terrorismo
pues la sangre injustamente derramada caló en este terruño llamado España.
Miguel Ángel: Los españoles de
bien no te olvidamos.
Jesús Rodríguez Arias
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