Tanto pacto, tantos pactos, que hoy me he atrevido a daros cuenta del que yo firmaría con los ojos cerrados.
De esto hablo en mi tribuna semanal de todos los lunes en San Fernando Información el día que se ha presentado la ley de amnistía.
Jesús Rodríguez Arias
MI
PACTO
En tiempos de toma y daca, de
pactos que donde solo ganan unos y pierden los demás, yo elijo pactar en
conciencia y libertad. Será por eso por lo que elijo quedarme con los que
guardan la ley, el orden, el sistema democrático, nuestra Constitución. Me
quedo con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, con las FF.AA., con
jueces, magistrados y fiscales que tienen como misión aplicar la ley, que no
atienden a razones particulares sino solamente a Derecho. Me quedo con médicos,
enfermeros, auxiliares, celadores, personal administrativo que conforman el siempre
perjudicado sector sanitario.
Me quedo con los servicios de
emergencias, con los que sacrifican sus vidas para garantizar las nuestras. Me
quedo con los políticos que miran más por el bien común que el partidista e
interesado. Me quedo con los funcionarios y demás empleados públicos que
ejercen sus funciones con demasiadas presiones ya que ellos, pase lo que pase y
pese a quién pese, tienen que cumplir la ley y la Constitución siempre. Me
quedo con la dignidad de nuestro Jefe de Estado, S.M. el Rey Don Felipe VI.
Me quedo con las mujeres y
hombres que compaginan familia y trabajo, a los que les cuesta llegar a mitad
de mes pues todo se ha encarecido demasiado en los últimos tiempos. A los
abuelos que son los pies y manos de sus hijos y nietos. A estos tenemos mucho
que agradecer toda vez que no solo han levantado con su esfuerzo y dedicación a
los suyos sino también a nuestra nación. Ahora son piezas fundamentales de sus
familias. Me quedo con los pensionistas que tienen lo que tienen gracias a sus
años de esfuerzo.
Me quedo con todos aquellos
que estudian, trabajan, viven en paz y sin hacer daño a nadie. Los que no se
meten en la vida de los demás, los que siempre están para ayudar, los que no
teniendo lazos de sangre forman parte por derecho de la propia familia.
Me quedo con todos los trabajadores,
sea cual sea el sector, con los autónomos, los empresarios, los que ofrecen
oportunidades a los demás. En definitiva, me quedo con la gente normal y
corriente, la que no sale en televisión ni son noticia, las que rara vez se les
pregunta si les gusta esto o aquello, las que a diario sacan su pueblo, ciudad,
provincia, región y país hacia adelante.
Me quedo con los periodistas
que cada día se levantan y acuestan atentos a la noticia, a esa exclusiva que
está a punto de caer, los que viven para que estemos bien informados, me quedo
con los colaboradores de opinión pues son el complemento perfecto a cualquier
noticia. La Libertad de Expresión y Opinión además de un derecho fundamental es
un ejercicio de alto riesgo en una sociedad cada vez más insensibilizada que
parece en muchos casos mirar para otro lado.
Me quedo con todos aquellos
que se dedican, de uno u otro modo, a las Bellas Artes con todo lo que eso
conlleva. Es inmensamente necesario que en un mundo tan gris poner color por
medio de estas. Me quedo con quienes admiran lo bello que cada día nos regala
estén donde estén.
Me quedo con los que viven de
verdad la Fe, con tantos sacerdotes que no importando la edad se ofrecen a los
demás por medio de su ministerio y la Eucaristía. Me quedo con la Iglesia pues
al fin y al cabo es nuestra madre. Me quedo con todos los que viven su
apostolado o carisma desde la entrega alejándose de todo vacuo protagonismo.
Me quedo con aquellos que caen
y se vuelven a levantar. La vida en verdad es eso…
Me quedo con los valientes que
defienden su forma de pensar en una sociedad a la que quieren idiotizar los que
intentan mantener el poder a toda costa.
Me quedo con los míos, los que
están cerca nuestra, los que forman parte de la propia Familia. Los que están
con nosotros en las buenas y también en las malas.
A estas alturas no me callan
tan fácilmente porque soy de esos que prefiere mil veces morir de pie que vivir
miserablemente de rodillas.
Jesús Rodríguez Arias
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