Mi semanal tribuna en San Fernando va dedicada a mi querida Archicofradía de Medinaceli en la que este año cumplo mis primeros veinticinco años como hermano.
Jesús Rodríguez Arias
1999
Ese es el año en el que
ingresé en la Real, Venerable, Seráfica y Trinitaria Esclavitud y Antigua
Archicofradía del Santísimo Sacramento de la Inmaculada Concepción y Ánimas
Benditas y Fervorosa Hermandad de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Cautivo y
Rescatado y María Santísima de la Trinidad conocidas por todos los isleños y
devotos como Medinaceli.
Ese año me estaba preparando
para recibir el Sacramento de la Confirmación en unas catequesis que se
organizaron en la Iglesia Mayor Parroquial para adultos toda vez que cuando
normalmente se hace yo compatibilizaba el trabajo del campo, en Chiclana donde
residía por aquel entonces, con los estudios y me fue totalmente imposible.
Fue en mil novecientos noventa
y nueve, un año antes de cambiar el milenio, cuando por fin pude recibir esas
necesarias catequesis con un grupo humano en el que se unía varios carismas
entre ellos el Camino Neocatecumenal. Recuerdo que solamente había dos cofrades:
Mi recordado amigo Roberto y quién esto escribe. Roberto, hermano de
Medinaceli, fue quién me abrió las puertas de una Hermandad tan querida en casa
toda vez que mi hermano Juan José fue miembro de esta corporación nazarena
hasta su muerte.
Este año se cumplen los
primeros veinticinco años de pertenencia a esta insigne cofradía isleña que
lleva a gala la cercanía para los que somos hermanos de esta. Recibí el boletín
cuaresmal en La Atalaya de Villaluenga del Rosario en los días previos al
asesinato de los dos guardias civiles en Barbate y la verdad no tuve tiempo
material para abrirlo y leerlo como a mí me gusta.
Fue un mensaje de mi querido
hermano en Medinaceli, José Antonio Garnárez Pinto, el primero en felicitarme
por estas bodas de plata en la Hermandad que nos une, al día siguiente llegó
una carta con la felicitación oficial de la corporación nazarena e invitándome
a la Eucaristía del jueves 29 de febrero donde al término de esta se hará
entrega de diploma acreditativo. Ese día no podré estar con mi querida cofradía
ya que desde hace meses tengo comprometidos la mayoría de los días que componen
esta semana.
Solamente os diré que me
siento muy orgulloso de pertenecer a la luenga nómina de hermanos de Medinaceli
porque es una Hermandad, con hache mayúscula, con mucha vida cofrade y también
solidaria gracias a su labor con los Trinitarios y en la Fundación ProLibertas.
Una cofradía que es espejo de hacer bien las cosas, de avanzar y evolucionar
sin perder el estilo de lo que es la Semana Santa de La Isla. Una corporación
nazarena que se ocupa y preocupa en ofrecer una buena formación a sus miembros,
así como de estar cerca de los hermanos estén cerca o lejos, kilométricamente
hablando.
Tengo muchas vivencias juntos
a grandes cofrades de Medinaceli como son Antonio Garnárez Acosta, buen y
querido amigo, Pepe Coto, Juan Guerrero, así como Eduardo Coto, José Antonio
Garnárez Pinto, entre otros muchos que tengo en la memoria y en el corazón.
Gracias a Dios que me ha puesto grandes cofrades en el camino de la vida que me
han enseñado a vivir de forma íntegra y honesta un carisma tan único y especial
como es el cofrade.
Veinticinco años se cumplen
este dos mil veinticuatro desde que me hiciera hermano allá por mil novecientos
noventa y nueve. Un cuarto de siglo donde han pasado demasiadas cosas, tantas
que hace ya algunos trasladé mi residencia a Villaluenga del Rosario y desde
hace tres años paso algunas temporadas en un pequeño pueblo de la Cantabria
interior llamado Loma Somera que se encuentra situado en el Real Valle de
Valderredible. Tanto que el mundo ha cambiado y no siempre para bien, tanto que
es bueno detenerse y contemplar lo que tenemos delante de nuestras miradas, así
como recordar nuestros ayeres. Y da la coincidencia que en mi vida siempre ha
estado y seguirá así hasta que mis ojos se cierren para siempre una Hermandad a
la que quiero mucho como es la de Medinaceli de San Fernando, por siempre
bendita Isla de León.
Dar las gracias a la Junta de
Gobierno, con nuestra hermana mayor a la cabeza, por sus atenciones recibidas
por esta emocionante efeméride.
Jesús Rodríguez Arias