A lo mejor muchos se extrañan de que escriba este artículo porque no es muy normal el poner en valor la enorme responsabilidad que es ostentar el cargo de Hermano Mayor de una Hermandad o Cofradía.
A lo mejor el título puede parecer "engañoso" pero si lo leéis veréis como no lo es para nada...
A lo mejor gusta o disgusta, pero eso es lo normal que pasa cuando uno escribe un artículo de opinión.
Jesús Rodríguez Arias
SER
HERMANO MAYOR
Personalmente os confesaré que
nunca ha estado en mi mente, en mi deseo, ostentar el cargo de Hermano Mayor de
una Cofradía aunque hubo un tiempo, hace ya algunos años, que hermanos me
pedían que lo fuera, que diese el paso adelante, cosa que no hice porque
antepuse la unidad en el seno de la Iglesia, una hermandad no olvidemos es una
institución de la misma, a la división que nada bueno trae.
Como tampoco nunca ha estado
en mi mente, en mi deseo, ni dirigir ninguna institución en la que he estado o
estoy así como tampoco los cargos que he ostentado en treinta años muy activos
tantos en movimientos de la Iglesia como fuera de ella porque al contrario de
lo que se podría pensar soy de los que asume una responsabilidad no como una
carga sino como un servicio y por tanto en cuanto este termina también lo hace
el cargo en cuestión.
Eso no es óbice para que sepa
la enorme responsabilidad que tiene el ser, el ostentar, el cargo de Hermano
Mayor de una Hermandad o Cofradía pues es el que al fin y al cabo debe decidir,
es al fin y al cabo quién sufre en primera persona los avatares que tenga su
hermandad, es quién degusta la inmensa soledad que tiene la persona que lleva
las riendas de una institución, quién se lleva los parabienes y también las críticas que suelen en su
mayoría muy injustas porque todos se creen en la razón, todos se creen que
saben más, todos se creen que pueden opinar de la labor de una persona que
lleva la dirección junto a los miembros de la junta de gobierno de su
hermandad. Y son los que más critican, los que más en duda ponen todo, los que
dicen a diestro y también siniestro que ellos lo harían mejor los que en verdad
no hacen nada y se mofan, critican, ponen en tela de juicio desde el cómodo
sofá de su casa o desde la barra del bar con el que queda con sus amiguetes que
también opinan, piensan y escupen igual porque se creen que son hermanos
mayores en potencia.
Yo podré tener puntos de vista
diferentes, podré estar en desacuerdo, podré ser muy crítico con la gestión,
con los modos, con el fondo de cada cuestión en particular pero lo que no haré
es hacer los que hacen los criticones cofrades de sofá, tertulia de barra de
bar con cervecita en la mano pues aparte de la cuestiones personales siempre
tendré la máxima consideración hacia quienes abandonando horas a su familia, a
su ocio, a sus aficiones, a su propio descanso dedican todo el tiempo que
pueden y tienen en llevar su Hermandad o Cofradía hacia adelante.
Ser Hermano Mayor no es
simplemente ser “dirigente católico que representa a miles de personas”, ser
Hermano Mayor es ser agente de pastoral, un miembro activo de la Iglesia, que
respeta la jerarquía eclesiástica, que tiene al obispo como pastor y también
apóstol, que defiende la religión católica dando la cara aunque se la partan
porque el llevar el antifaz es cosa de un solo día al año y lo hace no para
ocultarse sino para vivir desde sus creencias la Penitencia en lo que es una
sublime protestación de Fe en las calles, lo que es una inmensa catequesis plástica,
lo que es llevar a Dios a los hombres y mujeres que rezan con la mirada cuando
el cortejo procesional y los amantísimos Titulares pasan delante suya. Ser
Hermano Mayor es ser el primero pero también el último de los hermanos porque
es quién desde su ejemplo y testimonio de vida se entrega por todas y cada una
de las personas que conforman la nómina de la hermandad que preside. Eso es ser
Hermano Mayor y no otra cosa.
Y quienes se quedan solo con
el “poder”, con la afirmación de un simple liderazgo, de los que se creen y
piensan que simplemente son dirigentes católicos que representan a miles de
cofrades les diré que todavía no han entendido nada y que están más perdidos
que el barco del arroz.
Con este artículo lo único que
he querido es poner en valor la inmensa responsabilidad, la enorme dedicación,
de quienes ostentan el cargo de Hermano Mayor.
Jesús Rodríguez Arias
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