Estas últimas semanas me han servido para reflexionar y me reafirmo que "si no estuvieras tú" mi vida no sería para nada igual...
De estos pensamientos, de cuanto siento, escribo en mi semanal tribuna de todos los lunes en Andalucía Información.
Jesús Rodríguez Arias
SI NO
ESTUVIERAS TÚ
Si no estuvieras tú los días
de sol parecerían siempre gris, si no estuvieras tú el día a día carecería de
ilusión, si no estuvieras tú no habría calor de hogar, la casa se vuelve fría y
aunque llena de vida siempre parece vacía si no estuvieras tú…
Si no estuvieras tú cada amanecer
sería igual, las ilusiones, los proyectos carecerían de pasión, las
entretenidas conversaciones no existirían, el genio impetuoso, esa mirada tan
expresiva, tu forma de mostrar el cariño no formaría parte de mi existir y en
el de tantos porque tú regalas tanto color a la vida…
El que hayas tan estado
pendiente de tita Charo durante sus últimas semanas en este mundo me ha hecho
pensar: Primero decirte que me he sentido muy orgulloso de ti ya que antes,
durante y después nunca la has dejado de la mano, siempre estuviste cerca,
tanto en pensamiento, palabras y obras. El tenerte lejos de aquí porque tenías
que estar allá me ha hecho reflexionar.
La Atalaya, una casa tan llena
de vida, con tanto sabor a hogar, sin ti parece vacía. Sin ti las horas pasan
demasiado despacio y ese silencio, tan buscado por mí, se convierte en
demasiado rotundo.
Sin ti nuestras perritas
Enriqueta y Fernanda están apagadas, tristes, no tienen ganas de nada solo de
dormir, dejar que pase el tiempo, para volverte a ver. Pitufino, que ya está
hecho todo un Gatorro, igual y él, que es la independencia personificada, te
busca, no te encuentra, maúlla, me mira y se va…
No escucharte trastear,
caminar de un lado para otro, visitarme cuando estoy escribiendo para contarme
algo que se te ha ocurrido, no sentir ese vago canturreo que va in crescendo
según vas disfrutando de la canción que escuchas con tus auriculares, ni verte
rezar a tu manera la enésima novena a
San Judas Tadeo, disfrutar con las meditaciones del Padre Ángel Espinoza de los
Monteros, Legionario de Cristo, que es un conocido sacerdote nacido en Puebla,
México, en 1966 cuyas conferencias para matrimonios o sus homilías son para
quitarse literalmente el sombrero por su forma de exponer verdades aplastantes
de una forma sencilla y amena. También has sido tú la que me has hecho un
seguidor de los “10 minutos con Jesús” cuyas meditaciones escucho cada día.
Si, porque tú eres una mujer
que vive la Fe conviviendo, caminando por la calle, rezando ante el Santísimo u
ofreciendo un panegírico de ruegos y gratitudes a Jesús en los escasos minutos
que permanece dentro de nuestro ser tras comulgar su Cuerpo…
Si no estuvieras tú no hubiera
llegado a ser tan espontáneo, viviría enroscado en mi misticismo y no conocería
de primera mano lo que sienten, padecen y disfrutan nuestros semejantes. Sí, se
puede decir que desde que estás a mi lado me has humanizado y eso no hubiera
sido tan fácil de lograr si no hubieras estado tú.
Y si no estuvieras tú no
habría llegado a enamorarme de Villaluenga del Rosario, ni hubiera vivido donde
lo hacemos: En La Atalaya. Sin tu constante apoyo no habría cerrado tantos
capítulos que caducaron hace demasiado tiempo en mi vida y no me hubiera
atrevido a vivir en esa clase de libertad que es el compendio de la coherencia
personal, de Fe, pensamiento amén del código de honor que me dejó mi padre como
la mejor de las herencias.
Has caminado conmigo en esos
años de soledad cuando muchos amigos, que nunca lo fueron, e incluso familia me
dieron la espalda por navegar contracorriente de este mundo tan etiquetado,
uniforme y demasiado aburrido. Hemos crecido como personas el uno junto al otro
y ahora se puede decir que somos dos cuerpos en un mismo corazón. Sé que sin ti
la vida sería más aburrida, gris, menos divertida y pasional.
A estas alturas de la vida
sabemos que junto a nosotros están las personas que queremos y nos quieren de
verdad, que no tienen por qué ser de sangre, que conforman la exclusiva nómina
de hermanos del alma. Nuestros intereses están muy alejados de este mundo y no
sabes las gracias que le doy a Dios por ello.
Porque si no estuvieras tú,
Hetepheres, la vida sería una aventura apasionante pero no tan bonita…
Jesús Rodríguez Arias
Precioso
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