Hoy 24 de mayo es un día muy mariano, día de María Auxiliadora, día grande de todos los salesianos, de los antiguos y actuales alumnos de los acreditados centros formativos que lleva esta congregación religiosa, de todos cuanto sientan como suyo un carisma único en el mundo.
Reconozco que mi corazón es carmelitano y salesiano a partes iguales pues de estas dos fuentes he bebido y vivido desde mi más tierna infancia.
Y de esta Festividad, de mis recuerdos, vivencias, muchas de ellas compartidas, escribo esta tribuna que este lunes ve la luz en tan señalado día...
Jesús Rodríguez Arias
MARÍA
AUXILIADORA
Hoy lunes es 24 de mayo y por
lo cual es día Grande en la Familia Salesiana en todo el orbe mundial. Desde
hace días están preparando esta solemnidad con la pasión y entrega de los que
llevan como santo y seña a San Juan Bosco. Es de agradecer ver tanto fervor
mariano en torno a la advocación de María Auxiliadora.
Una fecha que siempre está
fijada en el calendario vital de todos los que por su sangre llevan la esencia
salesiana que perdura más allá de esta terrenal vida. Personalmente sin haber
estudiado en ningún centro educativo de esta congregación religiosa
perteneciente a la Iglesia Católica y fundada por San Juan Bosco el 18 de
diciembre de 1859 os debo reconocer que mi corazón late en modo salesiano ya
que he vivido este carisma desde la más tierna infancia.
Mi tía Antonia Arias era una
gran devota de María Auxiliadora y el fervor que tenía a la Madre de Dios y de
la Iglesia lo transmitía con palabras, gestos y hechos. Ella me enseñó a amar a
María bajo esta advocación y también me regaló la estampita que llevo en la
cartera desde hace más de cuarenta y cinco años.
Para más inri mis padres
tenían un campo en el “Llanos de las Maravillas”, en Chiclana de la Frontera, un
lugar cercano a Campano que es en sí complejo educativo salesiano que está en
medio del campo y que cuando entras en él parece que lo haces en un pequeño
pueblo pues además del centro de formación, de la Iglesia, también había casas
para los empleados del lugar.
Allí encontrabas el silencio más
absoluto solo roto por el estallido de las voces de los jóvenes que salían al
recreo, practicaban deporte, se bañaban en la piscina, si era verano, o el
transitar de los vecinos cercanos los días de Misa.
Hicimos amistad con la
comunidad de religiosos salesianos, sobre todo mis padres, y ellos nos iban
enseñando los misterios de ese prodigioso lugar como el panal de abejas que
cuidaba un sacerdote anciano y sabio como Don Luis Gándara. También otro religioso
que recordaremos siempre será Don Olegario así como otros muchos que tengo en
la retina de la memoria pero que nombrarlos haría demasiado extenso este
artículo.
Con los años volví al campo
con mi madre donde permanecimos más de una década. Esta vez era para trabajar
donde hubiera un hueco por los cual sé lo que es vendimiar, recoger remolacha,
a la antigua usanza, labrar e incluso cuidar jardines. Años de mucho trabajo y
sacrificios pues cuando terminaba la jornada había que estudiar. Todavía
recuerdo mis “viajes” a Campano, hiciera frío, calor o lloviera a mares, ya que
allí estaba el único teléfono público a la redonda. Recuerdo la calidez con la
que los salesianos siempre me trataban, me ponían cerca del radiador para que
calentara mis huesos y secaran las mojadas ropas en tiempo de tempestades mientras
me contaban parte del anecdotario de sus vidas y también de ese precioso lugar.
Otras veces me abrían la Iglesia para que rezara a los pies de María
Auxiliadora…
Sí, he de reconocer que los
Salesianos de Don Bosco y esta bendita advocación mariana siempre han estado
grabados a fuego en mi corazón. Con los años cual sería mi sorpresa cuando me
enteré qué mi mujer es familia directa de un salesiano ilustre en Jerez de la
Frontera como es D. José María Uceda Aguilar y para rematarlo todo mi querida
amiga y hermana Ana María Gutiérrez, que estuvo muchos años desarrollando su
labor profesional en Campano, me llevó de la mano hacia la Hermandad de la
Redención Salesiana en la que me integro y también en la que me encuentro en
casa.
No creo en las casualidades y
el itinerario de mi vida está muy marcado el carisma salesiano que aparece en
mi camino cuando menos lo espero. Doy gracias a Dios y a María Auxiliadora por
haber puesto en mi existencia a la Hermandad de la Redención porque gracias a
ella, gracias a sus hermanos que son los míos, a Don Mario Pardos, vivo con
intensidad todo lo que tiene que ver con esta advocación tan querida.
Quiero felicitar a los AA.AA.
Salesianos de San Fernando y en especial a mi primo Tomás Nieto Arias.
Jesús Rodríguez Arias
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