Mi semanal artículo de todos los lunes va de la vacuna, de los vacunados, del momento de la vacunación...
Esta es mi personal opinión de las colas de vacuna donde se ve de todo fruto al miedo que tenemos al virus y lo que no es el virus.
Jesús Rodríguez Arias
LAS
COLAS DE LA VACUNA
Este artículo va del antes,
durante y después de recibir la ansiada vacuna contra el Coronavirus vista
desde mi perspectiva personal al haber pasado por una de esas colas el pasado
jueves.
Tenemos que diferenciar si
esta se forma con las personas esperando su turno a la distancia que marcan las
normas sociosanitarias o si la vacunación propiamente dicha se realiza teniendo
como medio el coche.
Hay que tener en cuenta que
todo lo que suene a Covid da mucho canguelo pues la maldita pandemia es cosa
mala de verdad que ha dejado muchas familias tocadas, muchos la han padecido
con o sin secuelas, demasiados han muerto amén de dejar al país muy enfermo de
pobreza y miedo. Ha sido tal el temor a este “bicho” desconocido que las
personas que han sufrido contagios han tenido el tratamiento social de
verdaderos apestados.
Hay que reconocer que la
vacunación va a buen ritmo y ya cada vez son más las personas y tramos de edad
que están siendo inmunizadas para mayor tranquilidad propia y por supuesto de
quienes los rodean.
De ahí que haya dos grupos muy
diferenciados: Los que esperan la llamada para decirles día, hora y lugar como
los que se ponen en contacto con “salud responde” para ir adelantando el
trámite. La inmensa mayoría tiene miedo a la misma vacuna por sus efectos
secundarios mientras otros al contrario están deseando ponérsela porque ven que
es el medio más eficaz para ir acabando con esta pandemia que ha asolado al
mundo y se han llevado a muchos por delante.
Pues entre miedo, respeto y
deseo de ir terminando con esta situación se forman las antedichas colas cada
día en los puntos de vacunación. Esperar a que te pongan la vacuna de forma
personal suele ser más caótico no tanto por la organización sino por la
previsión que hacen las personas a vacunar. Conozco casos en los que siendo
citados para un día, hora y minutos concretos se van mucho antes porque piensan
que esto es como ir al consultorio que si no estás a tu hora pasa el siguiente.
Craso error porque los que son citados no suelen faltar. De ahí las inmensas
colas que se producen y que sufren los que esperan el “jeringuillazo”, los
profesionales sanitarios e incluso los vecinos de la zona que observan con
estupor la concentración de tantas personas en un mismo lugar por mucha
distancia de seguridad que pueda haber. En estas casi kilométricas colas se ven
caras de preocupación e incluso miedo y pocos son los que se les aprecia
tranquilos y relajados.
Bien distinto cuando se acude
en coche para ser vacunados. Todo es más aséptico, más independiente para los que
van dentro del vehículo, no tienes apenas relación interpersonal con nadie
salvo los dos momentos que hablas con los profesionales sanitarios. Los que te
reciben en la puerta para identificarte y decirte la línea que debes coger y el
que propiamente te pone la vacuna.
En este tipo de vacunación es
el más propicio para observar las caras, que son el espejo del alma, de los que
han sido citados. En este caso el conductor acompaña al que va de copiloto. Uno
como otro lo pasan mejor o peor según el estado de ánimo del segundo.
Semblantes que reflejan miedo, preocupación, incluso angustia, con miradas
abstraídas en ese horizonte que solo ven ellos, personas que se les ven
hablando con desazón, otras demasiado quejumbrosas que suelen tocar los nervios
de sus acompañantes que hacen lo que pueden para aminorar el estado de ansiedad
en el que se encuentran o lo más permanecen en silencio pensando que va
quedando menos para acabar con esta pesadilla. Pocos, la verdad sea dicha,
tranquilos e incluso de buen humor.
La cola de la vacuna, como
cualquier concentración humana, sirve para realizar un interesante análisis
sociológico que nos demuestra como cada uno según su personalidad afrontan de
distinta manera el miedo e incluso el dolor personal.
No puedo terminar sin dar las
gracias a los sanitarios que están en cada punto de vacunación contra el Covid-19
porque derrochan profesionalidad, buen hacer y amabilidad por los cuatro
costados.
Y a los que os toca vacunaros:
¡Ánimo!
Jesús Rodríguez Arias
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