Estamos siendo aseteados con mensajes que nos inducen a tener miedo. De esto trata mi semanal tribuna de todos los lunes en Andalucía Información - Información San Fernando.
Jesús Rodríguez Arias
QUÉ
MIEDO
Entre unos, otros y el de la
moto vivimos con el susto metido en el cuerpo pues todas las noticias que nos
llegan hacen que vislumbremos un horizonte sombrío, lleno de incertidumbres y
pocas certezas.
Cuando apenas habíamos
superado una devastadora crisis económica que nos dejó a todos, algunos más que
otros, vapuleados y puestos al sol llega la pandemia del Coronavirus que al
principio creímos que era cosa de los chinos y que arrasó a todos por igual
dejando al mundo boca abajo. Centenares de miles de personas fallecidas
alejadas de su familia, a lo más que tenían derecho es que algún sanitario se
apiadara y les hiciera compañía en el tramo final de la vida, millones de
contagiados, que tenían y tienen la categoría de apestados, millones de
familias destrozadas ya sea por Covid o por los efectos secundarios como es una
nueva crisis económica mundial, ruina, empobrecimiento, paro, amén de las
enfermedades mentales y neurológicas que han hecho acto de presencia en nuestra
pandémica realidad.
Miedo a salir de casa, de
relacionarnos con los demás, de quitarnos la mascarilla, de vivir en la forma y
manera que lo hacíamos antes. Miedo al propio miedo. Parecen que los poderosos
y sus medios quieren ofrecernos un panorama muy sombrío y el que nos espera
puede llegar a ser hasta peor…
Caen las redes sociales o las
aplicaciones que a estas van anexionadas. Cuando Facebook, Instagram, Twitter,
WhatsApp y demás aplicaciones se paran a nivel mundial parece que lo hace el
mundo. Existen casos de estados de ansiedad y afloramiento de incluso
desequilibrio psicológico cuando la virtual realidad en la que vivimos se detiene
de golpe y porrazo. ¿Qué es lo que produce las caídas a nivel mundial de las
redes sociales? Pues miedo.
Ahora también somos aseteados
con mensajes que invitan cuando menos al desasosiego para una globalizada
civilización que no sabe vivir si no es mirando la pantalla del ordenador, la
Tablet o el mega móvil que lleva encima. El gran apagón que anuncian puede
llegar a ser la debacle de muchos tanto a nivel profesional, personal o
domésticamente hablando. Nuestras vidas parecen ser un puerto USB donde todos
estamos conectados e intercomunicados con otros y nuestros hogares también.
Mala cosas es que no tengamos internet,
pero peor es quedarse sin luz que alimenta todo el entramado tecnológico que
nos acompaña a diario haciéndonos, que también hay que decirlo, la vida un poco
más fácil.
Existen generaciones que no
conocen un simple apagón de varias horas e incluso días como sucedía en nuestra
infancia a los que ya peinamos canas. No se ven capaces de vivir sin internet
ni redes sociales pues han basado sus vidas en tener todo al alcance de la vista
por medio de una cegadora pantalla.
No digo que, para algunos
entre los que me incluyo, no será fácil vivir a la antigua usanza, pero seguro menos
difícil porque, aunque lejana forma parte de una etapa importante de nuestras
vidas. Dicen que el Coronavirus y tener el mundo parado vino bien a la
naturaleza para regenerarse quién sabe si estos malos augurios de grandes
apagones nos dan la oportunidad de crecer como personas, descubrir la
normalidad de leer un buen libro en papel, de pasear, conversar de tú a tú con
nuestros semejantes y dormir cuando la noche lo ciega todo…
Pero los malos pronósticos no
terminan aquí, sino que siguen anunciándose como si pretendieran que nos
vayamos todos de vareta.
Ahora aparece el célebre
escritor J.J. Benítez, reconvertido en un Rasputín de la vida, afirmando que le
ha sido “revelado” que un gran meteorito va a caer en la Tierra en 2027
haciendo desaparecer España y Portugal y que este hecho en sí acabaría con la
vida de mil doscientos millones de personas. ¡Qué bajío por Dios!
Parafraseando a Louis Van Gaal
cuando decía eso de “siempre negativa, nunca positiva”. Y así es como quieren
hacernos ver la realidad de la “nueva” normalidad. Parece que metiéndonos miedo
les será más fácil llevar a efecto lo nos tienen preparado.
Ante tantos malos presagios recuerdo la célebre frase de G.K. Chesterton que decía aquello de quién no cree en Dios cree en cualquier cosa.
Jesús Rodríguez Arias
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