La primavera la sangre altera y también las alergias estacionales que nos dejan zaheridos con un pertinaz cansancio y malestar. Pero hay otro tipos de alergias que son más dañinas.
En mi semanal tribuna de todos los lunes en Andalucía Información - Información San Fernando os detallo a lo que soy alérgico.
Jesús Rodríguez Arias
ALÉRGICO
Soy alérgico al polen y por
eso en estas fechas es frecuente tenga los ojos llorosos, picor en la garganta,
inflamación de vías respiratorias, nariz taponada, picor en la nariz, goteo
nasal y estornudos con las molestias añadidas que eso conlleva.
Esta alergia estacional pasa y
todo vuelve a la normalidad, pero reconozco que padezco de otros tipos que
hacen que me encuentre tan cómodo en La Atalaya de Villaluenga del Rosario
alejado un poco de todo y de todos.
Me reconozco alérgico al
buenismo, a lo políticamente correcto, a dejarme llevar por una sociedad cada
vez más putrefacta, donde los valores y las virtudes, amén del esfuerzo y el
honor, quedan aparcados en el arcén del olvido.
Alérgico a legitimar con
palabras y hechos a quienes por sus obras se han deslegitimado. Debo confesar
que no puedo mirar hacia otro lado y poner buena cara ante los defensores del
terrorismo, los que atacan sin piedad un día sí y otro también a España y por
ende a los españoles, a los traidores que por sus torcidos intereses son
capaces de vendernos a los demás a precio de saldo, a los dictan normas
contrarias a la vida, a los que quieren aniquilar los pilares básicos de
nuestra sociedad, los que con normas y hechos nos les importa pisotear la Fe, a
esos que día a día envilecen nuestras vidas.
Alérgico al postureo, al
protagonismo, a estar sea como sea en el melón y en la tajada. Postineo hay
mucho en todos los sitios, afán exacerbado de protagonismo, necesitar de
figurar más que estar. Sabedores de que una imagen vale más que mil palabras
hay que cuidar mucho la de uno pues representa ante todos quién eres. Por eso
hay que ser muy selectivos con las compañías ya que uno no debe salir en la
foto al lado de cualquiera cuando ese otro representa el deshonor y la
iniquidad. En esta vida y más cuando no debes nada a nadie se tiene que ser lo
más selecto posible no solo en ámbito de la amistad sino entre los mismos
conocidos. Tú marcas la diferencia entre ser creíble y coherente a convertirte
en todo lo contrario.
Alérgico a esos que se dedican
a gobernar nuestras instituciones son capaces de menospreciar a los que en
verdad sirven a España y a los españoles, llámense Cuerpos y Fuerzas de
Seguridad del Estado y Fuerzas Armadas, pisoteándolos con despectivas
definiciones u olvidarse de equilibrar sus sueldos respecto a otras fuerzas de
seguridad ya sean en el ámbito autonómico o local.
Alérgico a las actitudes
caciquiles vengan de donde vengan. Nadie es más que nadie y más cuando se
ostenta un cargo de poder. Alérgico a los ademanes ciertamente chulescos de
aquellos que llevan demasiados años dirigiendo el cortijo que creen es suyo y
que todo lo que pase tanto dentro como fuera de cada casa tiene que contar con
su anuencia. Muy alérgico de quienes sabiéndolo les siguen el juego y
comprensivo con quienes agachan la cabeza ya que una sola discrepancia puede
suponer graves perjuicios tanto a nivel personal, profesional como personal.
Alérgico de tanta mentira e
impiedad, de tanto deshonor como desvergüenza, de tanta programada incultura
que hacen que nuestros semejantes no tengan argumentos propios. Alérgico de
quienes un día sí y otro también atentan gravemente contra la Libertad ya sea
de expresión, cátedra, individual o colectiva. Nadie está legitimado a
interferir en la sagrada privacidad del resto.
Alérgico de la zafiedad que
nos rodea, de los que atentan contra nuestro honor, los que pretende insultar,
sin conseguirlo, nuestros insondables principios que son los nos hacen libres e
iguales ante todos.
Alérgico a un mundo demasiado
globalizado, individualista, alejado de la belleza, lo exquisito, lo
importante. Alérgico a los que promulgan uniformidad de pensamiento, los que
quieren que en el mundo todos seamos tan iguales que perdamos nuestra propia
identidad.
El jueves me preguntaba mi
amiga y hermana Gema Rodríguez Estévez cómo había sido capaz de desconectarme
del mundo. Lo he conseguido no tanto por una concepción ascética de la vida
sino por pura supervivencia.
Mi mirada se pierde en el
horizonte de la cercana montaña, respiro y mi corazón se encuentra henchido en
paz. Esa sensación en verdad no tiene precio.
Jesús Rodríguez Arias
No hay comentarios:
Publicar un comentario