¡Hasta siempre Pitufino!
Gracias por cuanto nos has dado...
Jesús Rodríguez Arias
PITUFINO
Bueno, al final te has ido a
tu manera y nos has dejado la estela de tu gatuno e imborrable recuerdo que
permanecerá mientras nos quede un hálito de vida. Sí, viejo amigo, desde
siempre ha sido genio y figura, independiente como tú solo, cuando maullabas a
la juventud eras un verdadero casanova que tenía a todas las gatitas de los
chalés de la jerezana Fábrica de Botellas enamoraditas perdidas de tu figura de
fino pelaje blanco e intensos ojos azules.
Recuerdo que eras muy de callejear
aun estando en casa. Salías a eso de las siete de la mañana y volvías, si es
que lo hacías, a eso de las cuatro de la tarde, aunque en épocas de amorosas
refriegas el horario se flexibilizaba hasta llegar día o día y medio, aunque al
final siempre volvías más escuálido y lleno de magulladuras. Pienso que eso
hizo que en los primeros años ya consumieras más de la mitad de tus siete
vidas.
Me acuerdo de que tras el
ataque del perro lobo que paseaba por el barrio un gachó que venía de la gran
puñeta porque en el suyo no lo dejaban por la peligrosidad que su animalito
suponía. Este soltaba a su perro, un lobo blanco precioso, para que corriera.
Nuestro Pitufino, que venía de algún escarceo amoroso se lo encontró y el
resultado fue casi devastador pues le proporcionó una herida de muerte que
salvó un veterinario de la categoría de Rafael Pérez Gavilán en su clínica de
la Barriada España.
Te salvaste de milagro y la
siguiente operación fue la de esterilización porque con tus secuelas las salidas
con el celo encendido se hubieran convertido en aventuras a vida o muerte. Aun
así, hasta mucho después, no dejaste de frecuentar el ambiente que tanto te
gustaba.
Eras cariñoso y muy bueno,
independiente y paciente a más no poder, friolero como tú solo, leal amigo que
permanecías siempre con nosotros cuando nos envolvían los malos vientos de la
vida. Tú manera desinteresada de mirar de lejos, ventana o balcón por medio, a todo
bicho viviente te hacía único. Eso sí, que a nadie se le ocurriera atacar con él
presente a nuestras perritas Enriqueta y Fernanda porque el primer guantazo que
podría recibir os aseguro que era el suyo.
Le gustaba dormir cerquita de
la lumbre en la chimenea, se sentía plácidamente tranquilo cuando se recostaba
en nuestras faldas mientras ronroneaba con los ojos cerrados, disfrutaba mirar
desde la ventana de nuestra casa que da al callejeto mientras observaba a
nuestra vecina Manga ladrar y jugar como si no hubiera un mañana. Ha sido el
señor de La Atalaya y así se mostraba ya fuera en el balcón que da a Los
Mártires como en cualquier parte de la casa.
Pitufino ya hace un tiempo era un venerable Gatorro que le gustaba más estar recostado en cualquier lugar cálido de la casa hasta que divisaba por los tejados a alguna gatilla que hacía estuviera permanente en guardia para sosegadamente verla pasar.
Conchita, la madre de
Hetepheres, lo quería mucho y siempre estuvo con ella hasta el último momento
de su vida. Seguro que ya estás sentado plácidamente en esa nubecita que Dios
nos tiene preparada, seguro que esperaras pacientemente una eternidad hasta que
nos volvamos a reencontrar, seguro que Conchita cuando te haya visto tu felino
caminar te ha dicho con una sonrisa. ¡Pitufino, eres un sinvergüenza!
El viernes 6 de mayo estabas
raro, mirabas sin mirar, sentías miedo, no nos reconocías… Tras pasar el fin de
semana tu veterinario te acogió en su clínica y no ha parado de cuidarte,
medicarte, luchar por tu vida… Gracias Rafa, no sabes cuanto nos has enseñado,
te agradeceremos mientras vivamos todo lo que has hecho por nuestro gatorro.
Quiero dar las gracias a la Clínica Veterinaria “Barriada España” de Jerez de
la Frontera, a todo su personal porque son unos grandes profesionales con
inmenso corazón.
Te has ido como llegaste sin
molestar, te has ido dejándonos un hueco que tanto para Hetepheres como para mí
será difícil de llenar, te has ido, pero en nuestros recuerdos y los de todos
aquellos que te conocieron permanecerás por siempre porque fuiste un magnífico
amigo amén de un personaje en toda regla.
Jesús Rodríguez Arias
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