Algunas veces un pequeño contratiempo es inmensamente necesario en la vida.
Aprovecho para felicitar a todas las Antonias y Antonios en su día.
Jesús Rodríguez Arias
UN
PEQUEÑO CONTRATIEMPO
Este viernes pasado era un día
de esos en los que me encontraba cansado y no tenía ganas de nada. El día de la
marmota lo llamamos en casa. Tenía que escribir, atender varias cosas urgentes,
realizar tres o cuatro llamadas, pero las escasas fuerzas me lo impedían. Opté
por sentarme en la butaca desconectar y encender la televisión para ver una
película que me distrajera e hiciera descansar.
Empecé a visualizar “Un
pequeño contratiempo” que está dirigida por Josh Lawson teniendo como actores
principales a Rafe Spall y Zahra Newman. Fue estrenada en los cines españoles
el cuatro junio del año pasado y grosso modo la trama te llega a cautivar. Teddy,
el protagonista, se despierta después de la noche de boda para descubrir que ha
saltado un año en el tiempo, hasta su primer aniversario. Su mujer, Leanne,
está ahora en avanzado estado de gestación. Un año de matrimonio a la espalda
que él no recuerda haber vivido. Atrapado en un ciclo de saltos temporales, el
protagonista se enfrenta a una carrera contra el tiempo mientras su vida se
desmorona a su alrededor. Con la ayuda de su mejor amigo trata de reconstruir
el rumbo de su vida y, a medida que ésta pasa ante sus ojos, debe aprender a
vivir los momentos más preciados para intentar recuperar a la mujer que ama,
aunque sea por un segundo.
Teddy, el protagonista de esta
película australiana, ignoraba el refrán que dice que no dejes para mañana lo
que puedas hacer hoy, aunque pienso que la inmensa mayoría entramos en ese
bucle que hace creamos no tener tiempo para hacer, atender o prestar atención a
lo que es verdaderamente importante.
¿Cuántos de nosotros dejamos
para “luego” aquello que no creemos tan importante, pero en verdad es
imprescindible? El tiempo, como la vida transcurrida, no regresa jamás.
Nos decía este pasado jueves
una amiga que regenta una heladería en Jerez de la Frontera que su madre, como
su abuela, eran férreas trabajadoras, llevaban todo para adelante y la más de
las veces con pocos recursos, pero que llegaba una hora en el día, que solía
ser por la tarde, que paraban y se dedicaban a sus hijos, su familia, a lo que
era verdaderamente importante para sus vidas. Ahora, compartía con nosotros sus
pensamientos, desde que nos levantamos hasta que nos vence el sueño por la
noche estamos trabajando, sacando todo hacia adelante, porque en verdad la existencia
que llevamos y la sociedad en la que vivimos nos han ido creando unas
necesidades que antes no existían.
Ahora todo está globalizado,
estamos intercomunicados unos con otros, tenemos información de primera mano
con solo abrir el móvil, estamos atentos a todos por medio de las redes
sociales que son muy útiles si se les da el uso que se debe. La tecnología ha
hecho parada y fonda en nuestras casas y sin ella no podemos ver ni la
televisión.
Antes, con el teléfono fijo,
cuando salías de casa te desatendías de estar localizable y tenías el tiempo
para ti, tus seres queridos, o las cuestiones que debías atender. Ahora eso es
simplemente impensable.
Estamos consumiendo mucho
tiempo en tener, ser o estar y perdiendo momentos únicos que nos ofrece la vida
a los cuales siempre dejamos para “luego”.
Desgraciadamente nos damos
cuenta de la realidad cuando nos pasa algo grave, vivimos una enfermedad en
primera persona o con un ser querido y entonces ya es demasiado tarde.
Por eso te animo a vivir tu
vida, dedicarle tiempo a los que quieres, hacer lo que en verdad te hace feliz,
desconectar el móvil a la hora de una bella puesta de sol acá en la mar o allá
en la montaña. Decir más veces te quiero a quienes en verdad amas, dedícate el tiempo
necesario para pensar, rezar, escuchar música, leer ese libro que siempre dejas
para otro momento, descansar, viajar, cantar en la ducha o gritar en medio del
campo.
Hace más de ocho años que vivo
con total intensidad, aunque la enfermedad me limite en muchas ocasiones. Aún
así os diré que soy y me siento totalmente libre e inmensamente feliz.
Algunas veces hace falta un
necesario contratiempo para abrir los ojos a la realidad de la vida.
Jesús Rodríguez Arias
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