Ya son muchos los años que escribo en la antesala de las fiestas un Cuento de Navidad.
Pienso que antes era una costumbre muy arraigada que se ha ido diluyendo con los tiempos aunque todavía algunos mantenemos viva la llama de la Navidad contando historias.
Como la de Yago...
Con este Cuento que se publica hoy lunes 19 de diciembre en Andalucía Información - Información San Fernando os deseo a todos una Feliz Navidad y un venturoso Año Nuevo.
Jesús Rodríguez Arias
YAGO
Que se hace Camino al andar lo
sabía desde que Don Arturo, el viejo profesor de su colegio de siempre,
recitara los versos que escribiera el célebre poeta de la Generación del 98 Don
Antonio Machado.
No le gustaba destacar, por su
carácter era lo contrario a la notoriedad, a los primeros asientos, a los
almuerzos y cena de sociedad, a ser nombrado y menos felicitado. Buen
estudiante que estrujó sus años en colegio, instituto y universidad para poder
embeberse de todo el saber que pudiera. Era consciente que la sabiduría es otra
cosa, es un don que se adquiere con los años, de aprender de los mayores, de
estar largos ratos en silencio.
Atrás dejó la niñez y la
juventud, atrás quedaron su abuela Engracia, que vivía en la casa familiar con
sus tres hermanos, la tía Paca y su madre Rosario. Ambrosio, su padre, había
fallecido cuando él era muy niño de unas malas fiebres. Atrás dejó las
correrías con la chiquillería de su pueblo, el primer enamoramiento con Rosa la
hija de Lucía, la panadera. Atrás quedaron sus años de universidad, de
comprender en primera persona que todo el mundo es igual, aunque totalmente
diferente.
Terminó la carrera de Náutica
y se enroló en un buque de la marina mercante, un carguero que lo llevaría a la
otra punta del mundo. Ahí descubrió que el Camino se navegaba siguiendo las
estelas de la propia mar. Allí conoció otros lugares compuestos por personas
que se diferenciaban por habla, raza e incluso religión, pero que con los años
ha llegado a la conclusión de que en verdad todos son personas, seres humanos,
que se levantan y se acuestan intentando a su modo y manera el construir un
mundo mejor.
Yago aprendió en la mar lo que
no tuvo tiempo en la tierra. Aprendió a amar y desamar, aprendió conocimientos
que le fueron de gran ayuda, aprendió a respetar, a trabajar codo con codo, a
sacrificarse, a convivir con los demás…
Pasaron los años y ya le
costaba mucho el emprender cada viaje, fuera más cerca o lejos, alejarse de sus
querencias, pocas la verdad sea dicha, y de ese Camino que por él mismo tendría
que comenzar a andar.
Yago permanecía soltero aun a
pesar de que hayan habido algunos amores allá en cada puerto. No encontró la
mujer de su vida, aunque él tampoco pusiera mucho empeño. A lo mejor esta
circunstancia ayudó para que en un momento determinado dejara para siempre la
mar y sus responsabilidades como capitán de la marina mercante.
Con lo ahorrado, que era casi
todo, y con algunos años más teniendo el mar como bandera gracias a su cargo de
práctico en un cercano puerto pudo prejubilarse y de esa forma hacer camino al
andar tal y como escribiera Don Antonio Machado.
Se reconoce como un hombre de
fe, ir a Misa todos los domingos que la mar se lo permitiera le ayudaba mucho
en cada travesía y también a la hora de emprender nuevos caminos. Será por eso
por lo que el Camino que lleva a Santiago de Compostela siempre le atrajo tanto
por su sencillez, por su apertura de miras, por encontrarse y conocer a
personas de todo el mundo a las que les unía un único fin: Recorrer el Camino
hasta llegar a la tumba del Santo Apóstol haya abrazo o no.
No te podría decir los
kilómetros que tiene a sus espaldas en los años que lleva haciéndolo. Mochila a
la espalda, bordón en mano, y la firme voluntad de que a cada paso respira esa
clase de libertad que no puede encontrar en cualquier lado porque es la que
regala cada día el mismo Dios.
Yago es inmensamente feliz de
hacer lo que hace, de estar donde está, y en Nochebuena brindará con los que
estén en aquél albergue porque un nuevo año ha llegado la Navidad, porque ha
nacido Jesús, eterno peregrino, y con Él su Amor lleno de misericordia que nos
salva.
Con este tradicional cuento os
deseo a todos una Feliz y Santa Navidad, un venturoso año y que Sus Majestades
los Reyes Magos os traigan cuánto deseáis.
Nos volvemos a reencontrar el
lunes 9 de enero de 2023 si Dios así lo quiere.
Jesús Rodríguez Arias