Andan los tiempos más revueltos gracias a las próximas elecciones municipales y en gran número de las autonomías. Continuos son los dimes y diretes entre los partidos, en las redes sociales, en la misma calle... Todo el mundo opina, que está muy bien, pero eso hace que sean más los que le contesten, algunos muy groseramente, porque intentan imponer sus ideas y planteamientos a toda costa.
Me niego a entrar en ese juego y aunque opine desde mi libertad de expresión cada día observo el devenir de la vida alejado del foco del ruido.
Cada día siento que me parezco más al Señor Cayo...
El lunes cinco de junio nos volveremos a reencontrar en mi semanal tribuna de los lunes en San Fernando Información - Andalucía Información después de que pasen las elecciones municipales.
Jesús Rodríguez Arias
EL
SEÑOR CAYO
A una semana vista de un nuevo
cónclave electoral me viene a la mente la trama del libro “El disputado voto
del Señor Cayo” cuyo autor fue Miguel Delibes y publicado en 1978. A un pueblo
llegan jóvenes haciendo campaña para sus respectivos partidos e intentar
convencer con sus ideas al Sr. Cayo, que es la típica persona educada en
valores, lleno de una ancestral sabiduría que infunde un hondo sentido de
humanismo a su persona.
Jóvenes que con sus
planteamientos provisionales y oportunistas son un choque ante una vida donde
la palabra tiene el valor de contrato firmado frente a otra donde sobran
mensajes y faltan compromisos.
De los dos grupos de jóvenes con
tendencias políticas distintas se puede observar cómo quieren imponer sus
planteamientos a este noble señor que habita en su particular mundo, en su
perdido pueblo. Mientras unos lo intentan conseguir por medio de la fuerza los
otros lo desprecian porque desconocen su realidad. El disputado voto del Sr.
Cayo fue llevada al cine de la mano del director burgalés Antonio Giménez Rico
con notable éxito.
He leído, en varias ocasiones,
y visionado también la película que reconozco que aportó en mí hace años unos
conocimientos y una forma de contemplar la propia existencia como también la
política que hoy en día parece envolverlo todo. El Señor Cayo no se creía las
soflamas de unos y otros que querían hacerle entender que toda su vida estaba
equivocada, que lo que valía sin lugar a la duda eran las promesas aun siendo
muchas de ellas imposibles de realizar.
Os confieso que cada año que
pasa me voy convirtiendo en un verdadero agnóstico de cuanto rodea a la
política y el hecho de analizarla de dentro para fuera, pues somos viejos
conocidos, me hace redundar mucho más en la no creencia que pervive en mí.
En unas elecciones como las
municipales todo adquiere un sentido distinto pues son más cercana y por tanto
personal. Existen muchas diferencias entre los pueblos y las ciudades en este
ámbito. En la ciudad el político es un gestor, un ejecutivo, que no tiene por
qué estar las veinticuatro horas que tiene el día pisando la calle. En cambio,
en los pueblos todo es completamente distinto ya que son gestores más cercanos
pues ejercen sus responsabilidades en distancias mucho más cortas.
Es necesario observar la vida
desde la necesaria lejanía que hace veas todo un poco más claro. Me gusta
sentarme a contemplar las diferencias palpables que existen entre una campaña
con pegadas de carteles incluidas en pueblos y ciudades. En las últimas existen
equipos perfectamente organizados que van empapelando los lugares asignados,
entregando propaganda, acompañando a los candidatos, o realizando el siempre
tedioso trabajo de campo en las respectivas sedes. En los pueblos lo de la
campaña se toma de otra manera y si estos son pequeños en vecindad es muy
característico que en el partido gobernante casi todos sus miembros sean de la
propia localidad mientras los que están en la oposición, que suelen ser
personas de fuera más o menos conocidas, el candidato o candidata suele traerse
literalmente bajo el brazo la cartelería y demás “merchandising” para
repartirlo ellos mismos por las calles. Esto que en sí es muy auténtico también
me traslada a la célebre obra literaria del insigne escritor vallisoletano
Miguel Delibes.
La vida es demasiado corta e
intensa para permitirnos el perder tiempo y amigos por temas como la política porque
como en el fútbol nadie está dispuesto a dar su brazo a torcer. Necesitamos
alejarnos de tanta polémica, dimes y diretes, de estar siempre con el corazón
encogido ante tantas malas noticias. Estamos en una sociedad que sufre un
exceso de información donde todo puede no ser cierto.
Este domingo que cada cual
vote según su conciencia a quién crea oportuno. Yo ya lo he hecho por correos y
así me dedico a la presentación de Corazón Verde el sábado 27 de mayo en
Chipiona organizado por el Nuevo Ateneo de esta localidad y que estará a cargo
del ilustre periodista de Publicaciones del Sur y buen hermano Ángel Revaliente
Domínguez.
Ánimo a los que tengáis que
trabajar este domingo.
Jesús Rodríguez Arias
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