El penúltimo artículo de este curso 22/23 en mi semanal tribuna en San Fernando Información he querido dedicarlo a los peregrinos que han recorrido y recorren los mil caminos que llevan al Camino de Santiago.
Jesús Rodríguez Arias
PEREGRINO
Lo veo mochila a cuesta,
bordón en mano, recorriendo el Camino que lleva a Santiago. Lo veo midiendo sus
fuerzas, el trayecto es largo, muchos cientos de kilómetros que lo separan del
lugar deseado.
Mientras va superando etapas,
su corazón aparca el temor de sentirse diezmado, para que brote de su interior
lo que tantos años lleva guardado. El Camino lo dirige a la tumba del Apóstol Bienaventurado,
aunque paso a paso siente como los pensamientos y recuerdos más íntimos acaban
brotando. El milagro transformador de un recorrido lo acaba liberando de
miedos, dudas, que lastran su pasado.
Ya es un peregrino que camina
hacia Santiago, sintiendo cada kilómetro, admirando lugares, pueblos y ciudades
que cada día va atravesando, degustando la rica gastronomía en mesones y
colmados, las historias de la historia que se transmiten en un plato, el cantar
de aquellos monjes, la espiritualidad de templos que llevan siglos
evangelizando, compartir con los demás peregrinos momentos sufridos, momentos
gozados, al calor de una buena charla o con un vino brindando.
Y cuando se vuelve a los
normales quehaceres, a la vida que Dios le ha dado, el Camino se recuerda en
presente nunca como pasado. Es lo que tienen los mil caminos que llevan al
Camino de Santiago.
Hace un año estaba terminando
de escribir el II Pregón Jacobeo de Jerez de la Frontera en Año Santo
Compostelano organizado por la jerezana Asociación Jacobea “Sharish”. La única
exaltación de estas características que se hace en España. Año Santo que tenía
duración de dos debido a la pandemia del coronavirus. Cogía el testigo del
primer pregonero, el Cardenal Amigo Vallejo que por siempre tendremos en el
recuerdo
Reconozco que con el pasar del
tiempo me ha ido dando la razón en ese pensamiento primigenio que rondaba mi
cabeza esos días ya que ha sido la encomienda más difícil que han puesto en mis
manos, con la que más sufrí escribiéndola, con la que más sudé declamándola,
con la que gocé de eso que llaman deber cumplido, la cual recuerdo con inmensa
gratitud como en sí el Camino de Santiago.
Doce años después recorrí los
pasos, recordé su rica gastronomía, puse en orden tantos encontrados
sentimientos. El bordón dejó paso a la pluma, la mochila al papel en blanco, la
concha de peregrino a un precioso detalle del Santo Apóstol en madera de botas
centenarias de la Bodega Tradición que todos los días me recuerda lo que soy:
¡Un peregrino!
Como peregrinos son todos los
que han recorrido los mil caminos que llevan al Camino de Santiago, los que lo
han hecho y saben no volverán a transitarlo, los que lo hacen cada año, o
aquellos que lo recorren por entero una vez en su vida y se dejan atrapar por
él sin remisión.
Es cierto que el Camino de
Santiago atrapa al peregrino para siempre y la inmensa mayoría sueña con
volverlo hacer al menos una vez más en su vida. Esa era la pretensión tanto de
Hetepheres como la mía propia tras haberlo realizado allá por el Año Santo
Jacobeo de dos mil diez. Pero el hombre propone y Dios dispone. Ahora sé con
certeza que no volveré a recorrer kilométricas distancias cargado de una
mochila, con un bordón en la mano. La vida y la salud también marcan nuestro
particular camino.
Ahora el bordón es mi bastón, ahora
la mochila no la llevo sobre la espalda sino dentro de mi alma en formas de
pensamientos, silencios, alegrías, pesares, que escribo en esa cuartilla
abierta a mi incansable búsqueda de la Verdad que me hace Libre.
Recuerdo que comencé el pregón
con unos versos dedicados a mi querido hermano Pepe Moreno Fraile, que este
sábado se cumple el primer aniversario de su marcha a los cielos. Días antes también
lo hizo para recorrer el celestial Camino Pepe Ribera Tordera.
No puedo dejar de recodar a
Ignacio, Antonio, Rosa, Francisco y Esperanza al cumplirse el próximo lunes
diez años de sus fallecimientos en el trágico accidente del Alvia en Angrois con
destino a Santiago de Compostela.
Peregrino soy y voy caminando
caminos, no sé cuantos kilómetros he hecho, los recorro despacito guiados por
mis propios pensamientos…
Jesús Rodríguez Arias
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