Escuchar la marcha procesional "Nuestro Padre Jesús" es para mí llenarme de momentos y recuerdos vividos en la Semana Santa de San Fernando.
En mi tradicional tribuna del Lunes Santo os lo cuento.
Jesús Rodríguez Arias
NUESTRO
PADRE JESÚS
El epígrafe del tradicional
artículo que cada Lunes Santo escribo para San Fernando Información no os niego
que me evoca a la infancia, a las Callejuelas, al calor del hogar familiar, a
ese olor envolvente del incienso que duraba toda la Cuaresma y Semana Santa, al
trajín de preparar las túnicas de Medinaceli, Vera+Cruz y Nazareno, hermandades
en las que salía mi hermano Juan José, la de Afligidos que en mis años de
mocedad se intercalaba con Caridad y Misericordia. Después con el transcurrir del
tiempo solo quedó la blanca con rojo capirote de Los Estudiantes.
Sí, porque en mi casa se vivía
y de qué manera todo cuanto conforma un apostolado tan único como es el
cofrade. Mi abuelo Antonio y mi padre Juan José fueron del Nazareno hasta la
hora de expirar. Félix, mi abuelo materno, de Vera+Cruz. Mi hermano siguió con
la herencia familiar y yo, que siempre he ido por libre, pues me enamoré de
Afligidos. Más tarde lo sería de Caridad, Medinaceli, Expiración, Prendimiento,
Misericordia y Resurrección. En algunas permanezco, de las cuales me siento
orgulloso, y en otras no, por los avatares de la propia vida.
Este año me ha costado coger
el paso a la cuaresma, cofradieramente hablando, ya que he tenido que resituarme
tras volver de Cantabria donde he permanecido cuatro meses escribiendo lo que
será inminentemente mi nuevo libro. Las labores de corrección y las
conversaciones con el editor han hecho que se me haya pasado el tiempo de forma
muy veloz.
Fue en la tarde del sábado
anterior al Domingo de Pasión cuando escuché sosegadamente los sones de la esta
obra maestra de la música procesional que compusiera Emilio Cebrián Ruiz en
1935. Cerré los ojos y mis recuerdos se retrotrajeron a La Isla de mi infancia
y primera juventud. A mi casa del Carmen que en estas fechas olía a incienso,
se preparaban las torrijas de siempre, ya fueran de leche o vino, con su buena
ración de miel por encima. Entre los hermanos elegíamos cuando estrenar ya que
según mandaba la tradición era el Domingo de Ramos o el Jueves Santo. Nuestros
estrenos se alternaban cada año con zapatos de Calzados Carmelín o algún
pantalón, camisa o chaquetón de Tejidos Aparicio. Estos, en la adusta economía
familiar, tenían que durar todo el año e incluso más. Recuerdo que el Viernes
Santo se compraban las famosas alpisteras de La Mallorquina.
En casa la Semana Santa sea
vivía con Pasión y Fe. En estas fechas tan señaladas los recuerdos se hacen
visibles con nitidez como mis tías Magdalena, Tata, así como a mi madre cosiendo
viejos y remendados capirotes de la Hermandad del Santo Entierro en el salón de
nuestra casa. Luego, el Viernes Santo, los veíamos cuando el cortejo salía por
las puertas de la Iglesia Conventual del Carmen. Antes el capitán general de la
Zona Marítima del Estrecho, que residía en Capitanía, había llegado al templo
con honores de ordenanza.
Solo dos hermandades con sus
Titulares hacían llorar de emoción a mi madre María del Carmen: Vera+Cruz y
Nazareno. La historia de la Familia visualizadas tanto en el barrio del Cristo
Viejo como en la Plaza de la Iglesia atestada de gente que esperaba inaugurar
una nueva madrugada nazarena.
Me emociono con la Semana
Santa de mi bendita Isla, con su particular idiosincrasia, con los buenos
hermanos que me enseñaron a ser un cristiano y un cofrade coherente con la Fe y
la Santa Madre Iglesia.
Ahora en la madurez de la vida
también disfruto mucho con mi querida Redención Salesiana de Jerez de la
Frontera por su buen hacer y por conseguir cada día ser Hermandad con hache
mayúscula. También de la sevillana Esperanza Macarena, de la Cofradía de la
Sagrada Pasión de Cristo en Valladolid, así como de la Hermandad de Jesús
Nazareno y Nuestra Señora de los Dolores de Villaluenga del Rosario o de la
Vera+Cruz de Cádiz.
A estas alturas de la vida
solo sé que soy cofrade desde antes de nacer y orgulloso de este privilegio.
Os deseo una buena Semana
Santa. Nosotros nos volveremos a reencontrar el lunes 8 de abril en plena
Pascua de Resurrección.
Jesús Rodríguez Arias
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