El Coronavirus ha asolado a todo el mundo, nos han metido un miedo inusitado, nos han confinado en nuestras casas y hasta en muchos lugares las Iglesias han cerrado a cal y canto...
No hay mal que por bien no venga pues en tiempos recios, estos los son, saldremos fortalecidos espiritualmente porque no habremos caído en los miedos del mundo porque nuestro fin y nuestra meta es otro: ¡La salvación"
En estos tiempos también se comprueba la falta de Fe que existe en el mundo y la cantidad de cristianos vergonzantes que existen.
Por eso mi semanal tribuna en Información San Fernando se titula: "Miedo al Coronavirus".
Jesús Rodríguez Arias
Qué la situación que se ha
generado por la epidemia causada por el conocido Coronavirus Covid-19 es de
considerables condiciones y que ciertamente se propaga con bastante celeridad
poniendo a países enteros en estado de alarma sanitaria es para tener en cuenta
no hay la menor duda.
Los gobernantes, los medios,
los que mandan en definitiva, han sido capaces de meter miedo al miedo en todo
el mundo. Las imágenes de países enteros aislados causan pavor. España, como es
habitual, siempre va con cuatro pasos atrás a la hora de enfrentarse a las
consecuencias del mismo y ya son miles los infestados y los fallecidos van in
crescendo.
Se recomienda que no se
celebren actos donde exista aglomeración de personas. Ya se han suspendido
varios congresos y hasta los colegios, institutos y universidades,
instituciones van a permanecer cerrados por cuarentena. Se insta al teletrabajo
y demás consejos por el bien de nuestra propia salud como si a los creadores
del virus les importara mucho.
Los correspondientes obispados
han ofrecido algunos consejos sobre cómo actuar en los besapiés y besamanos
hasta como en la propia asistencia a la Eucaristía. La Santa Misa en Italia en
muchos lugares se ha suspendido y hasta el Papa ofrece el Ángelus vía streaming
ofreciendo una devastadora imagen de la Plaza de San Pedro vacía. Hasta
Athanasius Schneider, obispo auxiliar de la diócesis de Santa María de Astaná
(Kazajistán) ha recomendado no comulgar sino hacerlo espiritualmente en tiempos
de pandemia.
Lo que está ocurriendo a la
Iglesia Católica no ha sucedido en los más de los dos mil años de su fundación
y mira que ha resistido epidemias, enfermedades, guerras, y situaciones
catastróficas generadas por la sociedad. Menos mal que algunos sacerdotes y
obispos invitan a celebrar procesiones Eucarísticas por las calles y lugares
afectados por el Coronavirus. Los Obispos de Cádiz y Ceuta así como el de Asidonia-Jerez han ofrecido una carta con las que nos comunican a los fieles que las Iglesias permanecerán abiertas y se celebrarán la Eucaristía.
Pienso que los que han creado
el virus estarán muy contentos porque se ha convertido en un ataque a nivel
mundial, también a la Madre Iglesia, han metido miedo y todos han sucumbido.
Con esto no es nada extraño las suspensiones de las Procesiones
que no la Semana Santa, la Peregrinación al Rocío, las Ferias y Fiestas...
Interesa ver a un mundo sin Dios en la esfera pública y de esta forma creen que
pueden conseguirlo.
Esta año 2020 pasará a la
historia no tanto por el llamado Coronavirus sino por el miedo que se ha creado
con el mismo. Está muriendo mucha gente, algunas ya estaban enfermas de otras
patologías, así como se cuenta por miles los que dan positivo siendo desde ese
mismo momento tratados como verdaderos apestados. El ser humano, y su dignidad,
importan un bledo y de esta forma también nos lo están demostrando.
Asumo los consejos de nuestros
obispos y por lo tanto seguiré comulgando pues quién entra en
mí no es un cúmulo de bacterias y virus sino el Cuerpo de Cristo Jesús, Mesías
y Salvador del mundo. Él, por su infinito Amor, hace que mi cuerpo se convierta
en sagrario temporal. Comulgar y adorar al Santísimo que llevo dentro es imprescindible para mi vida como camino
hacia la eternidad. Cuando vamos a enterarnos que los cristianos, los
católicos, no estamos aquí para vivir por encima de todo sino para construir
los cimientos que nos hagan llegar, en el momento que Dios quiera, a la Vida
Eterna.
Podrán suspender Procesiones
de Semana Santa, el Rocío, cualquier otra manifestación de religiosidad popular,
pero lo que no podrán, si nosotros no se lo consentimos, es que Dios esté por
medio de nuestro testimonio de vida en la esfera de lo público. En la oración,
en la Eucaristía, rezando ante los Titulares de nuestras hermandades, o
actuando con la veracidad y coherencia de todo católico, de todo bautizado, que
se enfrenta a los virus del mundo para defender los fundamentos de la Fe y de
la Madre Iglesia ante todo y ante todos.
No nos lamentemos que en el
peor de los casos no disfrutemos de los cortejos procesionales en las calles
de nuestros pueblos y ciudades porque nuestra Fe no es cosa de siete días al
año sino que esta dura toda una vida.
No tengamos miedo pues solo
Dios sabe cuando es nuestro principio y final.
Jesús Rodríguez Arias
No hay comentarios:
Publicar un comentario