Estos tiempos de pandemia, de miedos, de normas y prohibiciones me recuerdan a la Polonia comunista de Karol Wojtyla y la resistencia católica que lideró.
Y precisamente esa "resistencia católica" es la que veo en el momento actual que ejerce el Padre Rafael Pinto Vega junto a su Parroquia del Santo Cristo de San Fernando. Este sacerdote en vez de confinarse, como aconseja el mundo, se entrega a los demás teniendo las puertas del Templo abiertas a sus feligreses.
"El cura del Santo Cristo", así se titula mi artículo de hoy lunes en Información San Fernando.
Jesús Rodríguez Arias
EL
CURA DEL SANTO CRISTO
Tenía ganas de escribir este
artículo pues pienso es de Justicia. La pandemia del Coronavirus además de los
miles de fallecidos y contagiados que están luchando en las camas de los
hospitales o en sus casas, de los que sobreviven, que son muchos, también ha
arrasado con todo lo conocido, con nuestra vida ordinaria, con la rutina, e
incluso ha atacado de forma desmedida a nuestras creencias, por supuesto la
religión católica porque otras parecen tener patente de corso.
Sí, este ataque desmedido de
propios y extraños a la Santa Madre Iglesia me ha recordado a la Polonia
comunista en los tiempos de Karol Wojtyla, San Juan Pablo II, donde todo estaba
prohibido y que gracias a nuestro Papa Santo que se puso enfrente del
totalitarismo apoyado por el pueblo a modo de una “resistencia católica” que
dio buenos frutos y para apreciarlos en su debida dimensión os invito a revisar
la historia.
Esa resistencia católica es la
que están llevando a cabo muchos obispos y curas, que están luchando no solo
contra el virus sino contra el odio del totalitarismo laicista así como la
sinrazón de muchos católicos que no solo piensan que las Iglesias deberían
estar cerradas sino que tienen la osadía de criticar abiertamente a prelados,
sacerdotes y laicos que pensamos lo contrario. No os asombréis que algunos de
estos cuando todo se haya calmado se puedan erigir en “autoridad” por medio de
un atril donde “abrirán” su corazón a modo de ripios y alabanzas cuando antes
persiguieron a esos hermanos suyos que defendían que los templos estuvieran
abiertos pues son los hospitales del alma.
Y en esta resistencia
católica, este llevar a Cristo a todos sin excepción, este entregarse en su
misión apostólica, ese no solo mantener su Iglesia abierta sino de dotarla de
más contenido que nos acerque a Dios en tiempos tan recios ya sea por retransmisiones
por medio de las redes sociales, ya sea por la participación directa en la
Eucaristía y adoración al Santísimo guardando las debidas distancias, es obra
de sacerdotes entregados a Dios y al prójimo sobre todas las cosas. Este es el
caso del cura del Cristo, del Padre D. Rafael Pinto Vega.
Don Rafael es de los que
piensan que los sacerdotes deben dar un testimonio de valentía, sin hacer
locuras y sin olvidar las medidas de seguridad. “No debemos reservarnos por
miedo”. Este sacerdote es de los que dan la vida por sus feligreses si hiciera
falta.
Estas palabras me retrotraen a
esa Polonia comunista de Karol Wojtyla pues ese fue el testimonio que nos
ofreció él como tantos sacerdotes que por llevar a cabo su misión apostólica
dieron sus vidas por Dios, la Santa Madre Iglesia y por sus feligreses.
Pero el cura del Cristo, que
es un hombre entregado a Jesús que lleva una vida eucaristizada, no solo
celebra los actos litúrgicos, no solo ora en el silencio del Sagrario, sino que
tiene abiertas las puertas del Templo para que los que quieran vayan a rezar
así como se entrega a los más necesitados, en estos tiempos de desolación no
solo por motivos sanitarios sino por la pobreza que se han visto inmersas
muchas familias, activando aun más Cáritas de su Parroquia para intentar por
todos los medios aliviar las necesidades reales de la feligresía del señero
Barrio del Cristo.
La verdad es que siempre he
admirado al Padre Rafael Pinto tanto a título personal y como laico católico.
Siempre le agradeceré que estuviera con nosotros en los momentos más duros de
nuestras vidas tanto en el fallecimiento de mi madre María del Carmen, ofició
la Misa de cuerpo presente en el Tanatorio de San Fernando, como el responso
que le ofreció a Conchita, la madre de mi mujer Hetepheres, en el Tanatorio de
Jerez. Sé que es un cura valiente, de los que te puedes fiar, de los que van de
cara, de los que no te doran la píldora porque lo que ansían sobre todas las
cosas es nuestra salvación. Lo admiraba antes y más ahora cuando se ha
convertido, como tantos otros obispos y sacerdotes, en fieles exponentes de una
necesaria resistencia católica ante los desmanes, acoso y derribo que está
sufriendo nuestra Madre la Iglesia. Admiración que hago extensiva también al
Padre Duvan.
Jesús Rodríguez Arias
Fotos gentileza de Mercedes Collantes Faz
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