Cada momento vivido se puede convertir en imborrable. De nosotros está que así sea.
Jesús Rodríguez Arias
IMBORRABLES
MOMENTOS
Hay que saberlos buscar y
disfrutar porque de los mismos quedan imborrables recuerdos que permanecen por
siempre a modo de inalterables fotografías en la retina de nuestra memoria.
Los hay para todos los gustos
y hoy voy a hablaros de esos que comparto y los que me gusta compartir con mis
seres queridos, así como toda persona cercana de buen corazón.
Para mí los mejores e
imborrables momentos son los que paso en compañía de Hetepheres, ya sea viajando
o disfrutando tranquilamente en La Atalaya, ya sea leyendo, comiendo, paseando,
compartiendo proyectos, ilusiones, atendiendo a las obligaciones, viviendo cada
día a su vera. Junto a ella nuestras dos inseparables perritas Enriqueta y
Fernanda. Y también son los que comparto con amigos de verdad, verdaderos
hermanos del alma, estos no son muchos, ellos saben quiénes son en los que a
diario deposito mi cariño y confianza.
Quedar un día para almorzar en
cualquier sitio, conversar tranquilamente en casa saboreando una copa de vino, compartiendo
actos ya sean religiosos o civiles, coincidiendo en las cosas que nos unen y
que nos hacen tan felices. Imborrables son también los momentos que se viven
dentro de tu Hermandad los trescientos sesenta y cinco días del año.
Soy un hombre de Fe y por ello
también tengo memorables momentos de las instituciones eclesiales a las que
pertenezco, también de personas de Iglesia que se han dejado la piel e incluso
la vida por la misma. Imborrables recuerdos con sacerdotes muy queridos a los
que profesaré por siempre gratitud como Don Manuel Orta, Don José Antonio
Medina Pellegrini, Don Rafael Pinto Vega, Don Juan Enrique Sánchez Moreno, Don
Juan José Marina Janeiro, Don Ricardo Jiménez Merlo, Don Antonio Luis Sánchez, Don
Antonio Diufaín, Don Julián Berzosa, ejemplar cura rural de mi querida
Cantabria, el rondeño Don Alonso Ros, Don Mario Pardos Ruesca, SDB, amén de los
obispos de Cádiz y Ceuta y Asidonia-Jerez, Monseñor Don Rafael Zornoza Boy y
Don José Rico Pavés así como los cardenales Rouco Varela, Cañizares y Cipriani.
Imborrables momentos los
vividos en este apasionante mundo de la comunicación, con sus profesionales, medios,
con este vocacional oficio de escribir que tanto gozo y sufrimiento me sigue
dando. Imborrable son los momentos que compartí con mi buen amigo y hermano
Pepe Moreno Fraile. Hablábamos todos los días a tempranas horas para ponernos
al corriente de cuanto acontecía y lo que cada cual pensaba.
Los buenos momentos, que hay
que buscarlos y disfrutarlos en su justa medida, se hacen imborrables con el
tiempo y forman parte de los haberes de la propia vida. Los malos, que también
los hay, se mantendrán en el corazón hasta que eres capaz de digerirlos, pasar
página, y recordarlos con melancólica gratitud.
Estamos tan afanados en hacer
tantas cosas, en estar en todos los lados, ser alguien, tener más, que nos
estamos olvidando de lo que en verdad merece la pena. La vida, con sus horas y
días, no está tanto en lo virtual sino en quién está a tu lado, en tu casa,
familia, amigos de verdad, lugares, ciudades y pueblos que forman ya parte
inequívoca de tu existencia ¡Cuántas vivencias nos estamos perdiendo por no
acercarnos a los demás, a ese prójimo que estando tan cerca sentimos tan
lejano!
Reconozco que cada día son más
las vivencias que se van agolpando en ese imaginario baúl de los recuerdos
donde los momentos llegan a ser imborrables porque solo permanecen los que rememoro
con gratitud. La vida nos va enseñando que ya no tenemos edad para perder el
tiempo con cosas vacuas, tóxicas, lesivas, así como con personas que por su forma de ser no nos convienen para nada.
Sé que muchos de los momentos
que he vivido no se repetirán ya que hay demasiadas personas que se marcharon
para recorrer celestiales senderos. Uno se hace verdaderamente mayor, tengas la
edad que tengas, cuando mueren nuestros padres, hermanos, familia muy cercana y
buenos amigos que son hermanos del alma. Por eso a las personas que quiero las
necesito cerca de mí porque no sabemos lo que Dios nos tiene preparado a la
vuelta de la esquina y cuantos imborrables momentos quedan aún por vivir.
Jesús Rodríguez Arias