Ya se ha convertido en parte de nuestro día a día y muchos sin esta no sabrían vivir pues dependen de la misma en su quehacer cotidiano.
Escribe esta tribuna una persona totalmente analógica que rehúye de estar sometido en una u otra forma a la inteligencia artificial.
Jesús Rodríguez Arias
INTELIGENCIA
ARTIFICIAL
Inteligencia según la rae es
la facultad de la mente que permite aprender, entender, razonar, tomar
decisiones y formarse una idea determinada de la realidad.
Ahora bien, en esta época del
presente siglo también nos acompañan día a día lo que se denomina inteligencia
artificial y que es la combinación de algoritmos planteados con el propósito de
crear máquinas que presenten las mismas capacidades que el ser humano. He
investigado un poco para ofreceros ejemplos de estos artilugios.
¿Quién no conoce el robot
aspirador “roomba”? Es un aspirador con
una programación inteligente y un limitado sistema de limpieza. Para que este
efectúe su labor perfectamente tienen que apartarse las sillas, mesas, y sobre
todo alfombras pues si son de cierto grosor choca y se para. También existen
los robots limpiacristales inteligentes diseñados para facilitar la limpieza de
las ventanas por su parte exterior.
El Smartwatch es un reloj
inteligente que se conecta a su vez a un teléfono inteligente y en los que
puedes leer correos electrónicos, mensajes, notificaciones, ir a galería de
fotos, actualizar redes y un largo etcétera. También estos artilugios, por
supuesto inteligentes, miden la frecuencia cardiaca, sirven de cronómetros,
distancias recorridas, “controlan” nuestro sueño, aunque hay expertos médicos
que aconsejan no dormir con estos desarrollados relojes porque pueden provocar
insomnio.
¿Quién no te ha hablado alguna
vez de las bondades de las bombillas inteligentes? Estas no son más que bombillas LED que se
conectan a la red WIFI y que por lo tanto puedes controlar a través del móvil,
asistentes virtuales como Alexa, Siri, Amazon Echo, etc. Asimismo, se pueden
conectar y sincronizar con otros aparatos inteligentes del hogar. Con las
mismas puedes apagar y encender con la voz, definir la intensidad, color de la
luz, y un largo etcétera. Estas bombillas no sirven de nada si cae la cobertura
o se va la electricidad.
En otro nivel nos encontramos
con domóticas en las casas que son las controladas a través de la tecnología.
Abrir ventanas, puertas, calefacción…
¿Sabías que existían los
cinturones inteligentes que te avisan cuando te saltas la dieta?
O la Smart huevera que nos informa
cuantos huevos quedan en el frigorífico y los que van a caducar. También nos
encontramos con el retrete “Numi”, que es de lujo y con elegante diseño. Este
se controla por voz, abre y cierra la tapa de forma automática, calienta el
asiento, lo precalienta a nuestro gusto y pone música relajante. También existe
papel higiénico, portarrollos y jarras de agua inteligentes. Estas últimas son
transparentes y nos avisan de la cantidad que queda en dicho envase.
Dentro de la inteligencia
artificial existe de todo y solo os pido que lo comprobéis por vosotros mismos.
Como los cepillos de dientes que hacen fotografía a nuestra dentadura, o la
pulsera “Pavlok” que da pequeñas descargas eléctricas cuando hacemos algo mal.
Si no vas al gimnasio, descarga; si te muerdes las uñas, descarga; si estás
mucho tiempo en el móvil, descarga…
Por supuesto existen los
bolígrafos, cuadernos, gafas, pijamas, ropa interior, calcetines y espejos
inteligentes. Estos últimos son interesantes pues además de antivaho puedes ver
una película o un programa de televisión porque simulan la experiencia de una
Smart TV. Muy aconsejable con el retrete “Numi”.
Y si eso fuera poco también
existe el condón inteligente que se lo pone el varón no para hacer la función
de un profiláctico sino para medir la frecuencia cardiaca, la calidad del coito
o la duración de este. ¡Vaya tela!
Todo lo antes dicho se va al
garete si cae la cobertura o hay un apagón de luz.
Nos han hecho depender de la
tecnología, hay generaciones que no pueden vivir sin ella. Parece que nos
cuesta pensar y hacer las cosas por nosotros mismos. Al final los seres humanos
que somos poseedores de la inteligencia y el raciocinio nos vemos inútiles si
falla algo de la inteligencia artificial. ¿Qué triste verdad?
Y escribe este artículo una
persona totalmente analógica que huye de todos estos inventos de última
generación, que escribe todavía con pluma estilográfica, que le gusta vivir la
pureza de lo auténtico y hablar, rezar, sentir, reír o llorar con personas de
carne y hueso.
Jesús Rodríguez Arias
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