Este pensamiento es el que quiero compartir con todos vosotros en este lunes 15 de enero en mi semanal tribuna de San Fernando Información.
Jesús Rodríguez Arias
LA
VIDA CONTINÚA
Si algo he aprendido es que la
vida continúa por mucho que nosotros pisemos el freno. Estos últimos cuatro
meses en Loma Somera (Cantabria) nos han servido y nutrido pues nos han
ofrecido grandes enseñanzas no solo del pueblo en sí, lugares que hemos
visitado, personas que hemos conocido, sino para hacer, en mí caso, un
desgarrador ejercicio de introspección personal que ha hecho conozca quién soy
en esta etapa de la vida y por supuesto cual es mi realidad.
Ahora, por así decirlo, soy
más libre, siento que respiro un aire más puro, menos tóxico, más vital. Ahora
sé que prefiero quedarme con los que quiero, los que siento mi familia,
hermanos del alma, y a los demás, aunque les deseo siempre lo mejor, que les vaya
bonito.
Sé que me he apartado del
“mundo” más de cuatro meses y aunque la vida haya continuado con sus cuitas y
sus esperanzas reconozco que me incorporo a ella con paso más medido, sabiendo
bien lo que sé, también lo que anhelo y a quienes quiero.
Este tiempo en Cantabria ha
sido vital mi reencuentro con Dios y sobre todo con la Virgen María,
especialmente bajo la advocación de Bien Aparecida. El Señor se ha hecho
presente con más rotundidad en mí día a día, me ha insuflado de fuerzas que
creía aniquiladas, me ha dado vida. Mi reencuentro con la Virgen por siempre
Bien Aparecida ha sido suave, tranquilo, como lo es la relación de un hijo que
ha sido hallado por su Madre.
Y aunque el mundo continúe,
aunque la vida, la de todos los días, siga su marcha, quien esto escribe
seguirá caminando con paso fuerte, haciendo lo que en verdad, honor y
coherencia deba, aunque viva apartado del mundanal ruido que todo ciega e
intoxica.
La vida es un carnaval, un
cambalache tal y como describiera Enrique Santos Discépolo allá por 1934 y que
cantaba Julio Sosa. También tiene su cuaresma que nos lleva al sufrimiento de
la pasión para resucitar en el último día.
Los cristianos, como la mujer
de césar, tenemos que serlo, pero también parecerlo. En la Fe no valen medias
tintas, la tibieza siempre nos perjudica a nosotros y a los demás. No podemos
decir que somos fieles hijos de la Iglesia, pero cuando menos te lo esperas nos
aprovechamos de los demás, abusando de su bondad. Ante el mundo podremos
aparecer con aspecto intachable, con un prestigio fuera de toda mácula, aunque
en verdad nos asemejamos a un sepulcro blanqueado.
La coherencia siempre se ha
pagado con la vida. En los países de Oriente Medio vivir la Fe en Jesús es
morir en Su Nombre. Aquí, en la sociedad occidental y desarrollada, la muerte
es otra: Es persecución, abandono y desprecio. He comprendido que ser alguien
sin ser de Dios es una pérdida de tiempo.
Poco a poco, adentrado ya en
la madurez, observo que soy más de los de Fe recia, de los que van de frente,
de los que prefieren alejarse de las alharacas, para quedarme con lo que es de
verdad, lo que es bueno para mi vida y sobre todo lo que es imprescindible para
alcanzar la salvación.
No pretendo ser “bendecido”
por alguien del mundo porque soy de los que anhelan el momento de serlo
definitivamente por Dios. Para llegar hasta ahí hay que sufrir mucho y vivir
también porque para ser un ciudadano del Reino de los Cielos hay que trabajar
en el mundo, con todos los que nos rodean, sin perder ni un momento el
itinerario celestial que es personal y además intransferible.
Ahora viene el carnaval,
después vendrá la Cuaresma. Se mezclan el mundo con lo existencial, las luces,
el brillo, las risas y diversión, con la oración y penitencia.
Ser de Cristo es estar Alegres,
pero no como quiere la sociedad sino como desea para cada uno de nosotros
nuestro celestial Padre.
Sí, la vida continúa, el mundo
transita por caminos de intereses creado, pero yo he decidido pararme y seguir
recorriendo mi personal sendero según el itinerario que me tiene marcado Dios
desde antes de nacer. Algunos pasos serán gozosos y otros menos. ¡Qué más da!
Jesús Rodríguez Arias
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