Septiembre es mes de reencuentros...
Y para mí lo ha sido desde siempre.
Os lo explico en mi semanal tribuna de todos los lunes en San Fernando Información - Andalucía Información.
Jesús Rodríguez Arias
REENCUENTROS
En septiembre el sol comienza
a amarillear y aun habiendo días de calor ya nos va presentando las
credenciales a un nuevo otoño que está por llegar. Septiembre para mí es campo,
primeras lluvias oliendo a tierra mojada, las rebecas de hilo, chaquetas, chales que comienzan a salir de nuevo de los armarios tras soportar las
tórridas temperaturas de este último verano.
Septiembre nos va adentrando
en melancólica melodía pues es antesala de requiebros otoñales que tienen
colores cobrizos. La mar se queda con los de siempre que pasean orillándola, en
el campo y la montaña se van alternando días de calor con otros más frescos.
Después del verano la vida
vuelve a ser igual y es que para muchos este mes es sinónimo de reencuentro también
para nosotros. En el septiembre de mi presente sigue siendo el mes de
reencuentros ya que desde la pasada semana estamos de nuevo en ese pequeño
pueblo de la Cantabria interior, en el Real Valle de Valderredible, llamado
Loma Somera que es un lugar idóneo para perderse y volverse a encontrar.
Este año no nos han recibido,
como los dos anteriores, Luna ni Mastina que se fueron a proteger celestiales
lugares. Nos hemos reencontrado con un lugar primorosamente cuidado, donde
habita la tranquilidad, donde disfrutar de un aire más puro que el aire que
respiramos a diario. Donde las piedras de sus casas alternan colores según las
horas del día, donde los tejados uniformes forman un mar de tejas también
inigualables, donde la fuente sigue echando agua y el arroyuco se extiende por
todo el pueblo ofreciéndonos matices llenos de melancólica belleza.
Los caballos hispanos bretones
recorren y pacen en los “praos” ofreciendo una imagen que es naturaleza en
estado puro y libertad.
Las flores hermosean, y de qué
manera, las casas como la de Carmen y Jesús, nuestros queridos vecinos, que al
caer la tarde las cuidan con primor. La de Fidel también luce preciosa. Mas
adelante la bonita casa de Fernando y Marifé, la de Charo y Rogelio mientras la
Carrera del Monte nos adentra en lo más profundo del paraje natural
ofreciéndonos imágenes que permanecerán para siempre en la retina de la
memoria.
Conchi, Loli, sus primas, recorren
los caminos, aquí llamados pistas, mientras cogen moras con las que hacen
después deliciosas mermeladas.
Ya hemos saludado a Segundo,
quién nos remolcara a principios de enero hasta las afueras de pueblo cuando
estaba todo nevado. Hombre recio y bueno del que aprendemos mucho.
Ya nos hemos reencontrado con
nuestros queridos y buenos amigos María del Carmen y Juanma a los que daba mis particulares buenos días con una imagen de Villaluenga del Rosario y ellos, a su vez, me enviaban alguna que otra imagen de Loma que hacía recordara este lugar. La distancia no es tal cuando hay voluntad de
mantener una amistad, de seguir ligado a un rincón. Ochocientos ochenta y cinco
kilómetros no son nada si se pone voluntad. Goyo nos saluda con cariño mientras
la casa de Víctor y Ana, última del pueblo si vas camino de la Iglesia de San
Vicente Mártir, permanece augusta como la gran casona que es.
Se me quedan muchos nombres en
el tintero, lo sé, pero me es imposible aglutinar tanto cariño en tan solo
setecientas palabras. Poco a poco iremos viendo amigos como José Luis y María
del Carmen de Navamuel, Albano y Velilla de Villanueva de la Nía, Felipe y
Laura en Santa María de Valverde, María Amor allá en Ruerrero o Don Julián por
San Andrés de Valdelomar.
Este año echaremos en falta a
un querido amigo, que ya recorre celestiales montes, como es José Antonio
Corada que fue uno de los primeros en abrirnos los brazos de este Real Valle de
Valderredible.
Los que bien me conocen saben
que desde hace más de diez años hablo siempre en presente pues el futuro
siempre está por llegar. Mi hoy es Loma Somera, es Valderredible, es esta
Cantabria que tanto nos apasiona. Bien comprendo que mi admirado Alfonso Ussía
haya querido quedarse para siempre en La Montaña, en esta noble región.
Soy de La Isla, lo seré más
allá de la muerte, de Jerez, de todos los lugares en los que he vivido, de
Andalucía, España y por eso también de esta Cantabria interior que tanto me
enamora…
Jesús Rodríguez Arias
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