Hoy lunes 24 de junio celebramos la Festividad de la Natividad de San Juan Bautista que fue la voz que clamaba en el desierto anunciando la venida de Jesús.
Aquí y ahora también nosotros debemos ser voces que claman en el desierto pues nos quieren callar de todas las maneras habidas y por haber.
Ser voz en el desierto no es fácil pues el peaje que pagas es muy caro pero también es muy gratificante, os lo puedo asegurar.
Por eso mi semanal tribuna en Información San Fernando se titula "Voz en el desierto" y con la misma quiero remover conciencias de todos sin excepción porque no nos van a callar así de sencillo, así de rotundo. Con él felicito a todos los Juanes y Juanas que hoy celebran su onomástica.
¿Y tú te atreves a ser "Voz en el desierto"?
Jesús Rodriguez Arias
VOZ EN
EL DESIERTO
Hoy celebramos la Festividad
de San Juan Bautista, la voz que clamó en el desierto la venida de Jesús, el
que lo bautizó, el que murió siéndole fiel, el que nos enseña a diario que la
forma de vivir según Cristo no es ni mucho menos cómoda, no busca agradar al
mundo, no se regocija en los parabienes que te ofrecen aquí en la tierra sino
más bien todo lo contrario pues seguir la senda del Maestro es hacer que tu
camino sea su Camino que siempre es Verdad y Vida.
Hace unas horas tan solo la
Procesión de Procesiones recorría las calles de La Isla y lo hacía con
solemnidad, majestuosidad e inconmensurable belleza. La Custodia que llevaba al
Santísimo Sacramento del Altar iba precedido por el Bendito Patrón San José y
la Santísima Virgen del Carmen que aglutinaban las miradas de todos que se
extasiaban entre la emoción y la admiración.
Ya sabemos que Jesús en
Presencia Viva está con nosotros siempre, ya sabemos donde lo podemos
encontrar, ya sabemos que la Madre del Carmen y San José Bendito siempre nos
acogen bajo su manto, ya sabemos todo esto aunque a las primeras de cambio nos
seguimos olvidando de lo sagrado porque preferimos lo mundano, ansiamos con
todo nuestro ser el estar y poseer antes que ser esa necesaria voz en el desierto
que con palabras y testimonio sea capaz de anunciar cada día de nuestros días
que tras nosotros está Él, el Señor, por siempre Mesías y Salvador.
Voz en el desierto ante tanto
fariseísmo, tantos intereses creados, tanta cobardía, tantos que quieren
imponer su voluntad de la forma que sea. Voz en el desierto ante tantos
maltratados, ante tantos perseguidos, ante tantos humillados, ante tantos
aniquilados, ante tantos necesitados…
Voz en el desierto que clame
en esa inmensa soledad que parece nos rodea ante los poderosos de este mundo,
ante tantas campañas de desprestigio a personas buenas, santas, que su única
culpa es hacer que cada día el Reino de Dios llegue a todos sin condición y no
ampararse en tantos torcidos, espurios y masónicos intereses de los que quieren
controlar todo para llevarse cada ascua a su particular sardina.
Voz en el desierto que anuncie
Misericordia, Perdón, Amor, Fe, Caridad, Esperanza a todos sin distinción
porque este mundo, el que está ahí fuera y en el que nosotros nos encontramos,
pide Amor ante tanto odio, pide Perdón ante tanta soberbia, tanto malsano
orgullo, pide Misericordia ante tantos falsos samaritanos que ayudan para ser
vistos y por tanto reconocidos por la sociedad, pide Fe ante tanto laicismo
impuesto e impostado, pide Caridad ante tanto egoísmo, tanto desarraigo y pide
Esperanza porque entre unos y otros están intentando apagar la vela que nos
levanta y acuesta cada día.
Voz en el desierto para
defender la Santa Madre Iglesia y cuantos la conformamos. Defenderla en ese
tercer mundo donde ser católico se paga con la vida y defenderla en el nuestro
donde te la quitan con tanta persecución, tanta humillación, tanta ofensa
gratuita, tantas invenciones mal intencionadas que lo único que pretenden es
sacarte al arcén y que vivas en el ostracismo donde la soledad se convierte en
la única y mejor compañera.
Sí, como el Bautista, tenemos
la obligación de ser la voz en el desierto de una sociedad árida, abrupta,
demasiado seca. Voz en el desierto que lleve a muchos la vivificante Palabra de
Dios, el anuncio de que el Señor nos ama sin límites, de que el Reino de los
Cielos es nuestro destino, de que nosotros vivimos en el mundo y nos
preocupamos por las cosas de aquí pero nuestro afán no es quedarnos por siempre
sino ofrecer nuestra vida al Señor, ser la voz que clama en el desierto, para
que paso a paso vayamos consiguiendo nuestra particular santificación. Lo demás
no vale la pena porque los honores, los títulos, el prestigio, el poder, el
dinero, el interés, se queda en la fosa porque para Jesús, el Hijo de Dios
hecho Hombre, todo eso sobra ya que para entrar por las puertas del cielo solo contará
cuantas obras de Amor llevemos en la mochila.
¿Te atreves a ser voz en el
desierto?
Jesús Rodríguez Arias